El fenicio anota en su cuaderno púrpura: se
acercan los tiempos de granadas, pero aclara que
me refiero a las frutas, porque el clima político
llegará a un clímax de extraordinaria crispación
en estas navidades.
Todavía no ha llegado lo peor nos avisan los
entendidos. ¿Lo peor o lo mejor?
Casi coincido con Einstein en que lo mejor hubiera
sido dedicarse a la fontanería. Y regresar a
la edad del sílex y recomenzar el proceso.
El fenicio olfatea: le acaba de llegar una botella
de tinto de Extremadura. Vino de categoría.
Cunde el optimismo.
¿Y… quién puede explicar todo esto? Si estamos
en una situación novedosa, la primera gran
crisis de las materias primas que coincide con una
gran confrontación de ideas (o de su corrupción,
las ideologías) en la era de la globalización. Nadie
puede explicar por qué habiendo cada vez
más dinero, más conexiones y más productividad,
la vida de una persona es más frágil y dependiente.
(Absténganse de explicarme nada los
marxistas alcohólicos, que ya me sé equivocar
solo).
Nunca antes había habido sobre la isla tantos
litros de gasolina, tantos pinos, tantos chalés,
tanta gente, tantos barcos ni tantos comercios
abiertos. A pesar de todo, hemos roto la
ecuación perfecta, el número óptimo de ocupación.
Con mucho más hemos ganado mucho menos.
¿Método?
Cuando los elementos y las variables están correctos,
tenemos que revisar el método. Nos falla
el método. Nuestro modelo turístico, que ha
ido derivando de forma suicida y de manera inexorable
(¿no se llevó Tarrés a las discotecas el
pasado invierno de gira por Europa?) hacia un
turismo que es buenísimo, es excelente para un
centenar de personas, pero es horroroso para las
120.000 restantes.
Cuando estas cosas ocurren, entonces sí que
de verdad es culpa de los gobernantes. El método.
No crean que estoy pensando en Tarrés, que
es el último eslabón, aunque también. Estoy pensando
en «Ibiza, a veces también se duerme…»
pongan aquí una lista subrayada de nombres de
ineptos.
¿Cómo se explica que hoy la educación de Ibiza
sea un fracaso estrepitoso?
Sí, un fracaso. Ya sé que otros dicen que la educación
«presenta elementos mejorables» y otras
frases para contemporizar.
El método, háganme caso: Cuando destaca un
solo alumno de la clase, fíjense en el alumno, pero
cuando destaquen muchos, fíjense en el profesor.
Cuando el deterioro de nuestra enseñanza es
tan hiriente, no se fijen en cuatro pandillas de
gamberros. Fíjense en el personal especializado
y en los políticos. Sin olvidarnos de otra causa
muy importante que explica esta derrota: la inmersión
lingüística. Un experimento inútil, carísimo
y que tendrá sus consecuencias. Alguien tendrá
que hablar de esto.
A MD
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