miércoles, julio 30, 2014

Sanciones


Lanzarse desde un quinto piso o desde la cornisa de la azotea del hotel puede llegar a ser muy divertido y me darán la razón quienes en años más jóvenes hayan saltado desde es Salt de s'Ase o desde s'Aranyet, por ejemplo. Ahora ya con el riesgo, no sólo de estrellarte contra el hormigón o las baldosas, sino de que te pillen dos guardias municipales vestidos de azul con el sobaco sudado y cara de no estar para muchas bromas.
Esto ya ha ocurrido en varias ocasiones en los ayuntamientos de Calvià y de Palma, o en Barcelona, porque disponen de reglamentos de ordenación cívica. La policía local ha multado a dos jovenzuelos que hacían balconing en un hotel de la Playa de Palma. Una vez rebajado el nivel de adrenalina y superada la cara de tonto, ya solo queda apoquinar los 300 o 600 euros. No me parece mal.
Da lo mismo que sea con afán recaudatorio o para salvaguardar la salud de estos chicos estupendos, pero muy borrachos o atiborrados de anfetamínicos. El hecho es que la masificación de cientos de miles de británicos hace inevitable poner en marcha el operativo de sanciones. A los que somos de la generación del 68 no nos gustan las multas ni las sanciones. Pero ya no queda más remedio. A destajo y sin complejos, a hacer caja, a rebajar las salas de urgencias y de los quirófanos.
No estoy en este mundo, pero leo la prensa balear. Observo que el Govern está asombrado de su propia actuación sancionadora. Lógicamente, mucha gente se pregunta ¿y qué hacían hasta ahora los inspectores turísticos? Puedo asegurar que en verano trabajan sin desmayo, pero ahora han orientado su presencia en zonas concretas que se han ido convirtiendo en guetos sin ley. O sea, peligrosas para los propios turistas. No tengan miedo de sancionar. No se justifiquen. No sean blandos con quien no merece blandenguería. No me flaqueen. Actúen con presteza, resguardando el derecho a recurso de cualquier inculpado. Por supuesto.
El club del ´mamading´ ya ha recibido el primer regalo de Navidad: un año cerrado y 55.000 euros de multa. Que se sepa, que se publique. Y que cunda el ejemplo, aunque las inspecciones apenas llegan a 200. No pienso que Sant Antoni necesitea los GEO ni a los antidisturbios (ay, Pepita, Pepita). La policía y los inspectores turísticos actúan de otra manera. Se acabaron los porreros como llamabámos en tiempos pasados a nuestros queridos municipales.
Hay hoteles que han renovado parte de su mobiliario gracias a los turistas gamberros. Por la mañana pagan las sillas y los catres que han reventado por la noche. Sin necesidad de policías y sin rechistar. Otros hoteles toman una medida más drástica: los echan de la habitación y del hotel. ¿Hay datos? Por supuesto que no, nadie da estos datos. La ordenanza de Calvià ya rige en el municipio para los pub crawls y los pool parties. Espero que los munícipes pitiusos tomen nota, porque desde aquel originario Club 18-30 ha llovido mucho y cada vez a peor.
@MarianoPlanells