miércoles, julio 23, 2014

Actas en vez de cañonazos

No podemos cansarnos de repetirlo en tono de exigencia, el problema de nuestro turismo no es que las jovencitas británicas se entreguen a Eros frenéticamente, sino que lo hagan en términos que ponen muy seriamente en riesgo su salud y sus vidas, después de haberse bañado en las lagunas de Baco. El problema no es un concurso nocturno, en local privado, cerrado, aunque de uso optativo por el público, sino que alguien tan buitre como los propios empresarios que hacen su agosto en Ibiza, Benidorm, Mallorca o Cataluña, lo haya filmado y hecho público. Las imágenes, vistas a las nueve de la mañana en un frío despacho, son chocantes. Pero no son nada más.
En la tórrida noche y en la humedad ambiental, sumidos en el ruido y con el estómago repleto de combinados, la sesión de mamading no ha de ser lo peor que pudiera pasar. Reto a los cámaras de televisión que graben una madrugada en distintos centros de urgencias, mientras otra cámara hace un seguimiento con la policía de ronda: lo que filmarán los dejará tan perplejos que –ténganlo por seguro– no podrán emitirlo en sus cadenas. Ni en la guerra de Vietnam. En su mayoría estos desastres no están causados por el ímpetu erótico de estas niñas de purpurina británicas. No. Suelen venir por el exceso de alcohol, que se ingiere desde las nueve de las mañana, ya en las mismas piscinas del hotel. Esto quien no pasa tres días sin dormir, con la ayuda de las pastillas. Alcohol y pastillas suelen dar pésimos resultados. Y pastilla tras pastilla –solo tomando agua– también. Esto sin añadir sobrenombres folclóricos como ´droga de la risa´ ´droga caníbal´, etc. En general es la mezcla de diversas sustancias desconocidas lo que lleva a urgencias. Las conductas temerarias son registradas como gracietas insulsas y coreadas por el grupo. A partir de la medianoche los centros de atención sanitaria suelen quedar colapsados. Otros se suben a las alturas por diversos motivos y se lanzan o resbalan o caen sobre las baldosas del patio o de la piscina.
Los resultados son terribles. Ante esto, celebro que el Govern balear hay congelado su operación promocional de choque, no solo innecesaria sino contraproducente. Matar los mosquitos a cañonazos solo denota impotencia y confusión. Los jóvenes turistas son nuestros turistas, son bellos, dejan mucho dinero, son alegres y quieren disfrutar sus vacaciones. Debemos cuidarlos.
Claro que las sesiones de mamading y otras gamberradas pueden parecer crudas vistas en frío. Pero no son el problema. El problema es demasiado alcohol, drogas y algunos hoteles que podrían tener las instalaciones de los balcones mejor pertrechadas. Hace bien el Govern en intensificar las inspecciones: éste es el camino y funcionará. De las 200 inspecciones, han levantado 53 actas de infracciones. Pocas son. Huelga decir que se exige diligencia, seriedad y un criterio claro para que los empresarios tengan defensa. Todo lo demás ya es muy viejo. No alarmemos, a no ser que pretendamos crear un fantástico efecto llamada.