miércoles, enero 23, 2013

Etólogo de invierno



Anota el fenicio: estoy más acostumbrado que harto de que me llamen blogger, por lo de blog, ya saben, la Internet tan puñetera; periodista, supongo que porque también escribo en prensa desde 1972, sin saltarme ni una gripe; escritor, porque como decía Forrest Gump, «tonto es el que hace tonterías», por lo tanto escritor es aquel que escribe; editor, porque no he podido evitar tener que editarme y editar a otros; amante, si por un acaso uno ha amado y tal y tal. Y yo qué sé.

Comprendan que hemos pasado unos meses hablando de animalitos de Ibiza, de bichejos y de asesinos vestidos para dañar como la procesionaria. Todavía quedan otros varios especímenes, pero vamos a darles una tregua a los lectores en estas notas cartaginesas.

Anoto: «Nunca digas nunca jamás, no des nada por sentado. Ibiza cambia vertiginosamente. Demasiadas visitas extrañas. Hay que ir revisando el cuaderno púrpura de campo, cada día encontrarás sorpresas».
Y me digo burlándome de mí mismo que ahora soy etólogo, sin 'te' inicial, que es un oficio, un arte y una ciencia que, en principio no tiene nada que ver la banda terrorista ETA, aunque también pudiera ser.
Creo que tras muchos años de cavile he conseguido encontrar mi personalidad, mi centro y ello me llena de gozo, porque sé que impresionaré a la peña de mi pueblo, y de esto se trata, como decía Dalí, cuando le preguntaban por qué había roto la cristalera principal de una carísima tienda de la Quinta Avenida de Nueva York.

 –Hombre... para ver la cara que pondrán mis amigos del bar de Figueres.

 Voy a repartir muchas tarjetitas de estas de visita, las haré troquelar en forma de erizo, que es el animal de Ibiza más guerrero, aunque es pacifista. El erizo es la solución a esta infestación pueblerina de culebras y de víboras. Se las come que da gusto y el veneno no le hace nada.
Por esto a veces me siento un erizo, sobre todo los lunes a las nueve de la mañana.

Me imagino la cara que pondrán en algunos bares de Ibiza cuando vean mi tarjeta: etólogo, en letras de molde, bien grandes. Y nada de explicarse.
Después, sobre la una, en el Rincón de Pepe o en el Tiburón de San Antonio, que es otro de mis pueblos amados, aunque yo amo todos los pueblos de Ibiza, etc., me dirán: ¿y el teléfono? Pero por Dios, contestaré condescendiente y compungido a Miculau, a Miguel: ¿teléfono?, ¿pero tú has visto nunca a un etólogo que tenga teléfono? Imagina que te llaman al móvil en plena observación de calandrias. Si suena el timbre, arruinas el trabajo de semanas, pero si lo pones en modo vibrador los astutos pájaros también detectan las vibraciones electromagnéticas y emprenden comportamientos erráticos. Que das el cante tú en vez de darlo el mirlo.

 No es lo mismo un etólogo que un taxista. Etólogo, toma, ah y no me pidan el titulito del carajo. ¿Tengo acaso el título de fenicio? Tanto como el de catalán, así que aquí estamos negociando entre personas de palabra. Etólogo es el que estudia el comportamiento de los animales, sean o no pitiusos. Sobra el curro y más en verano. Seguiremos navegando, que ya viene febrero loco.