Después de 30 años como secretario de la Pequeña y Mediana Empresa de Ibiza y Formentera (Pimeef) puede decirse que está al tanto de nuestras carencias históricas: Carlos Eznarriaga ha cumplido este ciclo en el que ha visto desfilar a cinco presidentes y queda con 50 asociaciones y 1.800 socios. De sus palabras se deduce una extensa labor y un cierto sabor agridulce al ver con cierta impotencia que muchos problemas pitiusos se van cronificando, enquistando y al final quedan como una deformidad más de nuestro cuerpo social.
De modo que es un puesto difícil para quien sostenga un espíritu perfeccionista. Ibiza llega a ser desesperante para alguien que no tenga paciencia de sobras.
Sin duda los opinadores y los columnistas de prensa conocen bien este fenómeno, el síndrome de Sísifo, donde puedes pasarte años para solucionar algo y al cabo vuelve a reaparecer con la misma insolencia. Encontrar temas frescos que escapen a la anécdota es algo más que un milagro.
Siempre pedimos lo mismo. Claro, siempre escribimos lo mismo. Nunca se arreglan los problemas y siempre clamamos por la solución que no llegará. En general, es por la sordera inducida de los políticos, una sordera que obedece a muchas razones y a veces algunas razones son oscuras.
Cada vez que se avecina un proceso electoral la Pimeef elabora un listado con todas las peticiones y, salvo las carreteras (y no todas estas acabadas) «siempre pedimos lo mismo». Y que lo diga. Siempre se repiten las mismas listas.
Después del medio siglo de turismo, los más viejos sabemos de algunas cosas que no se arreglarán nunca, porque caen bajo la voluntad torticera de algunos empresarios («en la Comunidad mandan los hoteleros», dice) y los Reyes Magos no existen.
¿Por qué van a inventarse un turismo de invierno en Ibiza los mismos empresarios que lo tienen instalado en el Caribe durante casi todo el año? El turismo de Ibiza es el veraneante, que viene de verano. Verano. Tres meses. Punto. Todo el resto se os da por graciosa añadidura. Para el resto, hay que invertir tanto dinero en promoción y fomento que casi no resulta rentable. Perdida la construcción en invierno, la estructura social de la isla se resiente y con la crisis actual todo comienza a rechinar.
Los intentos de comercializar Ibiza, con sus algo más de 100.000 habitantes, topan con las matemáticas. Incluso los residentes, como es patente cada invierno, tienen muchas dificultades para llegar a la Península, como quien dice a un hospital o a una boda.
Dice cosas interesantes, que obviamente no se discutirán, como la saturación de instituciones, que solo implican una multiplicación embarazosa de cargos y a la larga un aumento escandaloso e innecesario de funcionarios. O sea, trabas para la libre empresa. Los políticos no funcionan bien, nada suyo –salvo el sueldo a final de mes, que tiene preferencia a todo– funciona bien. Si se les presenta una queja siempre –también ellos– contestan lo mismo: no tenemos personal. Seguramente sobran los cinco ayuntamientos y en Formentera sobra el ayuntamiento y el Consell. Un Consell Insular sobraría para las Pitiusas, con empleados especialistas en cada caso y con la portentosa ayuda de la informática, actualmente al alcance de cualquiera. Felicidades a Carlos Eznarriaga y a disfrutar de los bellos inviernos; agilidad y suerte para esquivar los espesos veranos.