A pesar de los indicadores positivos, las previsiones económicas para Baleares no son halagüeñas, reforzadas por el hundimiento incesante de las cifras de la construcción. Hay quien espera poder recuperar un ritmo dinámico del sector, pero parece una utopía. La economía balear está muy afectada en sus estructura profunda, no es una crisis al uso, una crisis cíclica como las que hemos conocido en los últimos 50 años.
Que vayan olvidando sus sueños aquellos que esperan una resurrección dinámica en el sector de la construcción. Ya nada será igual durante muchos años.
Parece de justicia, pues durante los últimos 20 años se han derrochado los recursos del futuro. El ritmo de destrucción/construcción ha sido demencial, sobre todo desde 1996. Nos hemos empachado de ladrillo. Hay que hacer ahora la digestión y nadie ha dicho que vaya a ser fácil. Al margen y sobrevolando nuestras vidas, está el gran buitre del rescate de España, que no haría sino agravar las posibilidades inmediatas de recuperación. Nos queda lo nuestro, el turismo puro y duro, incluso con paquetes muy negativos como el turismo del ´todo incluido´.
Se equivoca gravemente, y ya llueve sobre mojado, la patronal ibicenca, que presiona para relanzar obras de envergadura como los puertos deportivos. Ibiza no puede seguir cayendo en esta trampa donde lo urgente siempre toma preferencia a lo importante. Ibiza debe ser muy cuidadosa y conservarse en salud y con alegría. Sin cemento. Además, estas obras no dan trabajo a los ibicencos, causan un severo consumo y destrozo y tienen consecuencias futuras difícilmente imaginables ahora mismo, pero que se conocen.
Los empresarios privados tienen todo el derecho del mundo a pedir, pero los políticos han de velar con responsabilidad por el futuro de todos, no por la cuenta corriente de dos o tres empresas. Causa ternura ver cómo un promotor de estos desaguisados bestiales se protege y se escuda en una presunta finalidad social. Al estilo de ´lanzaremos el plan de excelencia de Platja d´en Bossa para combatir la crisis´. Ya. Ya le conocemos y sabemos cómo han arreglado las crisis el trazado y ampliación de las autovías. Sólo hay que mirar, comparar y esto no es difícil si se tiene un poco de memoria.
En otra entrevista se justificaba la necesidad de nuevos puertos deportivos, entre otras razones, para el correcto cumplimiento de las obras de misericordia en el apartado «dar de beber al sediento». Los pobres yates, venía a decir, ni siquiera pueden acceder a la compra de unas botellas de agua. O algo así. Díganme ¿no es lírico y emotivo? Dar de beber a los ´yateros´, muchos de los cuales vacían sus cisternas en plena zona de playa o en alta mar.
Que sí, que estamos en otoño y hay que ser buenos, salvar Ibiza de la crisis y darles botellitas de agua a los yates en un nuevo puerto en la Platja d´en Bossa. Qué bonito es ser bueno.