miércoles, octubre 17, 2012

Serpenteando o Twisting

No deja de ser curioso que cuanta menos playa queda disponible, más negocios se abren en las playas, uno ya no sabe si con licencia, o sin licencia, tal es el caos creado en los últimos años.
¿Dónde está la gente en los veranos de Ibiza? Preguntábamos no hace mucho: en las playas o en las carreteras, visitando las calas.
No queda ni un metro libre donde extender las toallas, pero los más pudientes (que no pudorosos) han encontrado un sistema ideal para prolongar las arenas: embarcarse y dar vueltas, fondeando de vez en cuando, arrasando las Posidonias y volviendo a cambiar de playa, para seguir hundiendo el ancla en otro paraje. Como yo suelo acompañar mis tonterías en forma de metáfora o de imagen, permítanme que le llame a este fenómeno pitiuso twisting. El verbo inglés twist, retorcerse, enroscarse, serpentear, torcerse, lo conocemos todos por el baile, que es un desbarajuste de miembros, cuello y culo. Pues es eso.

 El twisting es lo que le hacemos a un trapo mojado cuando lo enjuagamos, lo retorcemos y le sacamos hasta la última gota de agua. Esto mismo estamos haciendo con el turismo de Ibiza, lo retorcemos para sacarle hasta el último centavo. Y no hay más playas que las que hay o hubo, porque muchas están sepultadas por hoteles y beach-clubs. Hay que retorcer hasta el último centímetro y exprimirle el jugo.
No es de extrañar que esta misma expresión pueda usarse en periodismo digital. El twisting es apropiarse de la información básica de un medio o blog ajeno y darle una nueva redacción, retorciendo la forma para hacerla irreconocible pero usando el mismo fondo.

En esta serie de cambios de la oferta complementaria parece que tienen ventaja los muy ricos y los muy pobres. Es decir, los grandes restaurantes de alta cocina o los aparatosos beach-clubs (en Ibiza siempre se han hecho los beach-parties pero los cobraba la guía: llegaban 30 borrachos de Liverpool, se apropiaban de media playa y comenzaban a lanzarse huevos crudos y burradas así, mientras el perdedor se bebía una cerveza y el ganador tres ¿quién no lo ha vivido?).

Y los muy pobres: seguramente gana más un taxista pirata (del orden de 700 euros diarios) o el vendedor de varias decenas de kilos de fruta en un cesto que los restaurantes medianos o que un taxista aburrido de esperar durante todo el año la llegada de los turistas.
Nadie duda que en esta Ibiza desquiciada los más piratas llevan ventaja. Quienes perdemos somos los ibicencos en general y no porque no seamos bastante corsarios a nuestro modo: es que el arte del twisting está muy perfeccionado y siempre nos van por delante los espabilados. O los delincuentes.
Por ejemplo, los que han vendido Ibiza por un plato de lentejas, como los hoteles del todo incluido, una auténtica plaga que habría que declarar non-grata y expulsarlos del mercado. No son negros llegados con una patera ni taxistas piratas suicidas: son gente normal de cuello blanco, y con pocos escrúpulos. Una organización delictiva como la del hotelero catalán Ferré sólo es pensable en Ibiza y dice poco de nuestra policía turística y general y menos de las inspecciones del Consell. El Todo Incluido también es una práctica del twisting, y muy dañina por cierto.