sábado, septiembre 01, 2012

Los peligros de los gatos asilvestrados

Gato en estado silvestre con iguana capturada. Foto: Heidi Snell


Otro problema al parecer irresoluble y generalizado: la proliferación de gatos callejeros o –en el caso de Ibiza y Formentera– asilvestrados. Casi el mismo día leo una información sobre estos gatos en dos puntos muy dispares: en la prensa de Cáceres y en la de Mallorca. Hace al menos treinta años escribí casi lo mismo sobre Ibiza.
Mucha gente se deshace de sus animales domésticos y de sus mascotas sin pensar en las consecuencias. En numerosas ciudades españoles se reproducen colonias de gatos que suelen ser alimentados por almas caritativas que piensan que así ayudan a estos animales. Parece que no.
Los gatos, al gozar de alimentación abundante, aparte de la que recogen en la basura, se reproducen a un ritmo tremendo. Hay gatas que cada tres meses paren de dos a cuatro crías. En algunos casos, los ayuntamientos se alían con las sociedades protectoras de animales y proceden a la esterilización y suelta de estos mamíferos, con lo cual inciden sobre el ritmo de procreación.
En nuestro caso, recuerdo a un grupo de alemanes en Formentera que se dedicaron un tiempo a esterilizar los gatos que recogían. Ignoro cuáles son las actividades al respecto en los gatos de Ibiza. Sí recuerdo ya hace años la incidencia de los gatos en el exterminio de lagartijas y otras bichos.
Parece demostrado que en Formentera el gato asilvestrado se ha convertido en un depredador especializado en el virot, la pardela balear, con tal eficacia que están contribuyendo a la desaparición definitiva de estas hermosas aves, que, aparte de los gatos, soportan la presión competencial de otros congéneres.
El gato es un cazador eficaz. Los biólogos observadores del fenómeno, calculan que un gato puede acabar con 200 vertebrados. Si se dedicara exclusivamente al ratón o a la rata estaríamos ante un hecho de fortuna, pero no es el caso. Es más, el gato asilvestrado no tiene enemigos que le tosan.
En la Península, los zorros ibéricos van equilibrando estas colonias gatunas, lo cual supone una suerte. Pero en Baleares el gato está en la parte superior de la cadena trófica. Ni siquiera el perro supone un peligro serio para su estabilidad. De forma que las colonias de gatos van aumentando en experiencia y en número, hasta el punto que ya constituyen un problema serio que se ha denunciado varias veces.
En Mallorca no quedan lagartijas como las bellísimas lagartijas pitiusas, de tanta variedad y lucimiento. Su decrecimiento supondrá una triste pérdida, otra más para nuestro patrimonio natural. Y ya estamos inmersos de lleno en su desaparición.
En Mallorca, según leo, los romanos introdujeron las serpientes, las culebras, las cuales desencadenaron un proceso que culminó en la extinción de las lagartijas.
En Ibiza el proceso no tuvo paralelismos, probablemente por la eficacia depredadora de los erizos que pueden atacar tanto a las culebras adultas como a los huevos o a las crías. Esta es mi opinión de siempre, y cuando se la conté al profesor Planas –aparte de que se divertía mucho–, la encontró plausible. No encuentro otra explicación para la inexistencia de serpientes en Ibiza y Formentera.
Hoy sabemos que han sido reintroducidas por negligencia en troncos de olivos importados desde la Península .

Carta al Diario de Ibiza: El señor Planells y los gatos