sábado, septiembre 22, 2012

Una Ibiza insoportable


Comprendo que alguien que viene a Ibiza cinco días encuentre muy estimulante el estruendo 24/7 que apenas deja dormir a nadie, ni siquiera hacer un poco de vida normal. Pero quienes han de soportar esta marcha durante cinco meses en contra de su voluntad es normal que acaben sufriendo enfermedades psíquicas y hasta físicas que ya se conocen perfectamente.

Parece que la situación todavía va a peor. Si mal iba con el conglomerado nacional-socialista, ahora todavía puede ir a peor. Cada vez que entra el PP se reproduce el mismo síndrome de voracidad incontenible. Ya pasó con las autopistas y ahora está pasando con el ruido, el desmadre de las discos y los horarios incalificables. En ibicenco decimos que van allandrats.

Esta Ibiza insoportable causa escalofríos, porque en el fondo todos sabemos que estamos en el comienzo del acabóse. Una Ibiza escalofriante. Yo comprendo que a las patronales les gustaría más que la prensa no abriera la boca, que los residentes en Ibiza callaran, como si este turismo enriqueciera a los ibicencos, cuando es todo lo contrario. Nos matarán a todos de hambre y nos echarán de la isla.

Este Diario ha publicado una serie donde se resumen todos los despropósitos imaginables. Desde principios de los años 60 nace el turismo-basura, dicen. No creo. En los sesenta venía un tipo de turismo de masas, pero era educadísimo, consumidor y sin drogas, si descartamos el hachís y el alcohol. Ya quisiéramos que el turismo actual fuera basura, de la que se extrae oro. Las avalanchas de cabras locas y agresivas, anfetaminadas e irresponsables son, en todo caso, turismo tóxico, basura de residuos nucleares que se lo ha ido llevando todo por delante. Esta definición se consolida cuando a mediados de los 80 se comienza a consumir éxtasis a toneladas.

Cómo sería la estupidez de algunos gobernantes –en alianza con los empresarios de siempre, siempre son los mismos– ibicencos que incluso promocionaban este tipo de oferta con un ´Ibiza: a veces también se duerme´. Treinta años después tenemos que darles la razón. A veces, muy pocas veces, se puede dormir.

Yo comprendo que a una docena de empresarios que se forran –literalmente– en tres meses, no les guste que escribamos estamos cosas.
Pero en Ibiza hay bastantes miles de empresarios, de pequeñas empresas, que ahora irán cerrando las puertas y esto ocurrirá este mismo invierno, por el Todo Incluido y otros factores. Dejarán un reguero de depresión, desempleo y desesperanza.

Los cinco o seis problemas de Ibiza están perfectamente diagnosticados. Sin ninguna necesidad de emplear el garrote (y si la hubiere, empléese dentro de la legalidad) dichos problemas enquistados podrían resolverse. Costaría, pero se conseguiría.
No se hará. La Ibiza enervante, insoportable, delincuente y carísima seguirá campando mientras vengan estos turistas a los que durante dos años prohibieron la entrada en los campos de fútbol de toda Europa. Si bien es cierto que el Vedrà es muy bonito y yo me pasaría el día hablando de la Naturaleza. No pararía.