miércoles, septiembre 19, 2012

Renacer de las cenizas



El verano de 2012 será más recordado antes como tregua que como paréntesis de descanso. Profesores, personal sanitario, sindicatos, funcionarios en general escondieron las pancartas y las cacerolas abolladas pero las han tenido siempre a mano para darles nuevo uso cuando llegara septiembre, un mes maravilloso, preludio de uno todavía mejor que suele ser octubre.

Reflexionaba el fenicio sobre estos dos meses de super-verano. ¿Sabría resumirlos? Para mí han sido dos meses de incendios en toda España, un tiempo desapacible para nadar en julio y un período donde han muerto media docena de actores y personajes. Es ley de vida, dicen,pero nunca entenderé porque hay largas etapas donde apenas muere nadie y en cambio hay otros donde a casi todo el mundo le da por morirse. Trata con cariño y esmero el suelo que pisas, pues un día será tu tumba o algo así viene a decir un proverbio sufí que suelo tener presente.

Pero a los arrimadores del ascua hacia el lado de su sardina les da igual esto de los proverbios. Quieren puertos deportivos, muchos, se piden hasta tres a la vez. Ni tres ni cuatro, cero, y a apañarse con lo que hay y en todo caso estudiando aumentos coyunturales para los dos meses punta. 
En Ibiza ya sobra de todo. 
Sólo recordarles que el mejor y más humano agradecimiento a Gea, la Madre Tierra, está en dejar lo que hayas usado en perfecto estado. Como si tu cuerpo se hubiera deslizado con elegancia y armonía sobre este planeta que te lo ha dado todo, mucho más de lo que puedas imaginar. No te llevarás nada de este mundo, aunque escondas tus bienes en un honroso panteón. Hasta los más brillantes ´tutankamones´ han meado el oro que escondieron hace unos cuantos miles de años. 
El fenicio está filósofo y tiene por herencia medir la ética de nuestro actos enmarcados en la Naturaleza. Poca queda en Ibiza, pero la que quede hay que seguir conservándola.

No es necesario caer en ecologismos radicales o papanatas, pero no es prudente seguir ignorando los indicios que te ofrecen las aves, los bosques, el clima, el mar. Durante el verano el fenicio también escondió las pancartas donde escribí un grito de urgente atención para los pinares, los hollados campos de Posidonia. Por lo que leo, apenas se ha avanzado nada en términos prácticos en la estrategia de protección de las zonas de posidonia. 
Ningún político se atreve –sólo uno, mallorquín, se atrevió y salió escaldado– a subestimar el valor de estas plantas, pero pocos son los que consiguen trazar un plan de tratamiento adecuado. Pero como se está trabajando en ello, esperemos. Lo que se conoce hasta ahora no es muy esperanzador. Nos quedan tres meses crudos. No se puede sestear: vamos al bosque, a las ferias, pero sin perder de vista que los restos de la Ibiza natural son el único yacimiento aurífero que nos queda. 
Después del destrozo que nos rodea, ¿no sabremos articular una defensa transversal y al margen de los partidos políticos de nuestras pobre islitas?