Que hablen de mí, aunque sea bien, decía cínicamente el Nobel Camilo Cela, aunque la frase original no es suya ni quizás sea de Oscar Wilde. Pero la usaremos en esta ocasión.
¿Cuán mala ha de ser la publicidad para que sea realmente mala? Decía Truman Capote que la peor crítica que puede recibir una novela es el silencio. Si recibe elogios, algunos la seguirán y si cosecha críticas feroces siempre habrá algunos que comprarán la novela para comprobarlo.
Si aplicamos estas reglas a la imagen de nuestra Ibiza (¡y Formentera!) llegaremos a la conclusión de que estamos obteniendo un buen nivel. Un buen nivel de basura, éxitos, narcoturismo, exposición en Internet y en la prensa...
Ibiza es débil y lo sería mucho más de no haber sido por las revueltas del Magreb, que después se extendieron a Egipto y a otros países islámicos del Próximo Oriente. Al margen de estas impagables ayudas bélicas de nuestros vecinos, tenemos que aceptar que nuestra imagen está por los suelos, gracias a Dios. O mucho más abajo.
Hoy quiero comentar un reportaje que aparece en The Guardian: ´Vang Vieng, Laos: the world's most unlikely party town´. Los que usen Internet pueden escribir el título en cualquier buscador y podrán leer el texto, que es muy interesante. Un reportaje muy completo.
En el mismo no aparece ni una sola vez la comparación con Ibiza, aunque comprendo que nuestra isla venga a la cabeza de los lectores británicos que nos hayan visitado: Vang Vieng es una población –antigua aldea que fuera base secreta de la CIA– en Laos, un país que en los años 60 era bien conocido en la ruta del opio que seguían los hippies.
Esta aldea invadida por los jóvenes mochileros ingleses, australianos, israelíes, etc. se ha hecho famosa por la locura, el exceso de alcohol barato y peligroso, las pizzas con setas alucinógenas, y los deportes de riesgo. Y tan de riesgo, saltan casi a ciegas al río o lo recorren con el tube (un neumático enorme) pero en un estado de embriaguez por alcohol o drogas que pone su vida en peligro.
El reportaje habla de 27 muertos el año pasado (hubo dos en Ibiza) y de incontables heridos, descalabrados, brazos y cabezas rotas. Y muchas multas por compra y consumo de drogas, ante la voracidad de una policía que no se anda con contemplaciones. Añadan ambientación Ibiza: vomiteo, ataques de pánico, heridos, peleas, sexo en público, música a tope, drogas al alcance, alcohol barato. En fin. Basta.
Cuando consulté este reportaje en inglés no me expliqué por qué todos, absolutamente todos los blogs, diarios digitales, recensiones de prensa, relacionan esta ciudad de muerte con Ibiza. Será que se las quieren dar de entendidos.
Ibiza es mucho más segura, la policía es mucho más seria y el alcohol –salvo excepciones– es de primera calidad. El hecho es que en los cinco continentes hablan de Vang Vieng como «la Ibiza del sudeste asiático», «la versión salvaje de Ibiza», y así sucesivamente.
En fin, si no puedes neutralizar a tu enemigo, únete a él. Y quizás nos sirva de reflexión: si tenemos esta famita por algo será. Y que no vayamos a peor.