El crecimiento demográfico de Ibiza y Formentera en los últimos años ha sido de un ritmo astronómico, con una intensidad indigerible y con unos resultados que casi rozan el caos. Las Pitiusas de hoy son caóticas, no sólo en los tres meses punta. En general, todo el año resulta de una incomodidad patente.
A quienes hayan leído mis últimos artículos y hayan visto los datos puestos uno al lado del otro, relacionados y en evolución cronológica entenderán ahora mucho mejor esta explosión demográfica pitiusa. (A los interesados, pueden encontrarlos en la Hemeroteca del Diario los miércoles y sábados; o en uno de mis blogs, Notas de un Fenicio. Leerlos todos juntos causa cierta impresión).
Dije y digo que esto sólo unas notas sueltas del fenicio que aspiran a contar algunas cosas, explicarse otras y en definitiva, una aproximación a este Ibiza del siglo XXI, tan lejos ya de la Ibiza de los años 70 en los que me inicié en Ibizalogía fenicia. No saber captar el transcurso del tiempo ni la evolución de las cosas sólo conduce al ostracismo o al pasmo, y la voluntad del fenicio es seguir navegando.
Los fenicios supervivientes en nuestro Archipiélago muestran estos indicios de sobrecarga, de agobio, de fastidio, de velocidad vertiginosa que en definitiva nos deja sumidos en el desconcierto.
Quizás eso quiere decir que tantos cambios y tan súbitos y sin tregua nos han dejado sin una explicación de los fenómenos. Y acaba por no entenderse nada.
La gente sabe que ha venido demasiados extranjeros, en muy poco tiempo y sin saber muy bien las razones. Y no sólo los magrebíes o subsaharianos, también otros grupos que adoptan una conducta distinta: Pueden ser los clubbers, los botellones, los británicos, los alemanes, los rumanos, etc.
Lo cierto es que incluso los ibicencos (¡cielos!) han perdido el miedo a manifestarse y escriben cartas de lamento al Diario de Ibiza. Y cuando se les pregunta en una encuesta, los resultados son de una gran contundencia.
Para empezar, en esta consulta de Gadeso, casi el 72 por ciento de los ibicencos considera que hay demasiados inmigrantes en la isla.
En la encuesta preguntan precisamente por esta cuestión: ¿Hay que expulsar de España aquel inmigrante que cometa un delito grave? La respuesta es sí, de forma abrumadora: un 98,6% . Sin manías.
También un 80% se muestra favorable a expulsar a todos los que lleguen sin la documentación en regla.
Ahora no sé si esto es racismo, si es miedo o si es una opción lícita: Ibiza no se cierra a los extranjeros, pero parece tener claro que han de existir unos límites.