miércoles, febrero 02, 2011

Peret en Ibiza, 1972
















Estos días me reaparecen imágenes del año 1972, cuando la isla ya había tomado el rumbo fijo al turismo de masas y la moda Adlib estaba definiéndose, después de algunos pases que abochornaban por su excentricidad.

Abochornaban a las burguesas bien pensantes y a las turistas de clase media que debían comprarlas. A mí me encantaba aquella creatividad, aquella mezcla inesperada de telas, de complementos. Aquella moda era una locura al principio, pero como más o menos yo disfrutaba (otros los sufrían) del mundo hippy y de aquella vistosidad tan atrevida, los modelos Adlib me entraban sin chirriar.

En aquella Ibiza del 72 aterrizó un rumano de pelo rizado, con patillas hasta media cara y con un ballet de una decena de efebos y de ninfas que bailaban al son del playback de Peret, Gloria y Bruno Lomas.

Salir en televisión era salir en La 1 y la única. En muchos sitios todavía no podía sintonizarse la segunda cadena. Y claro, las audiencias se disparaban, eran millonarias. Programas como el de Íñigo casi paralizaban el país. Salir en ´1,2,3... responda otra vez´ significaba para un artista forrarse con las galas consiguientes durante una temporada.

Uno de los programas seguidos eran los 360 grados en torno a algún cantante, o de varios. Lazarov salía en la prensa por el uso compulsivo del zoom. Muchos espectadores se quejaron, alegando que aquel vaivén de imágenes les mareaba.

La idea casi avergüenza de lo simple que es: con el zoom seguía el ritmo de la música, es decir en un rock o en una canción pop rápida, dejaba agotado el ojo del espectador. 

Por eso y por sus chicas (apenas destapadas, no se podía) se hizo famoso Lazarov. En Ibiza no estábamos acostumbrados al pop español, aunque a ojos de hoy le encuentro su gracia. Aquí queríamos escuchar a Bob Marley y los Wailers, por ejemplo, en vez del pobre Mochi, que salió en la plaza y todo el mundo le dio la espalda. Preferíamos escuchar a The Doors, Pink Floyd, Tom Jones antes que a Bruno Lomas. Lo siento, pero era así.

Yo se lo dije a Bruno en persona y se enfadó conmigo, y me contestó que yo no tenía ni puta idea de música y que él había vendido no se cuántos miles de discos. Yo trabajé en el equipo de rodaje, era el recadero, el chico para todo. Y en el descanso de las grabaciones charlábamos. Peret no se enfadó, pero me puso amistosamente el brazo en mi hombro y me explicó que es mucho más difícil hacer reír que hacer llorar, y la verdad es que me convenció, porque eso es cierto.

El pobre Bruno (murió años después en un accidente de tráfico como Nino Bravo) era estirado, iba de figura del rock. Peret era y siempre ha sido mucho más campechano, además yo ya conocía a su hermano, que trabajaba en San Antonio, y a su sobrino Ramón, con el que incluso llegué a tocar la batería.

Lazarov rodó en toda isla y aquel programa significó una gran promoción, con el ballet de Ricardo Ferrante. Ver hoy los vídeos nos levanta aquel sentimiento de nostalgia y no están nada mal. Hoy se producen multitud de programas mucho peores. La misma Ibiza de hoy está mucho peor y casi hemos duplicado la población.