Acabamos el año y se nos van algunos elefantes artistas que llevan viviendo en Ibiza, al menos de forma esporádica, desde hace décadas. El último, Carlos Sansegundo, un corpachón alegre y vitalista que le permitía iniciar un proyecto de vida distinto cada par de años y también practicar estilos dispares en pintura y en escultura.
Yo le conocí tempranamente en 1976 y le entrevisté ampliamente. Él ya había estado en Ibiza donde enseguida se empotró en el grupo Ibiza 59, fiel a su carácter de incorporarse a cualquier nueva aventura.
El grupo era más una unión temporal, coyuntural, que un proyecto teórico nacido de la reflexión, pero a pesar de su vida efímera ha dado mucho que hablar. Pasó casi lo mismo con el grupo replicante de ibicencos, que apenas duró lo necesario para salir en la prensa y hacer algunas exposiciones.
Cambio de tema. El año acaba con otra constatación que ya es bien conocida: da igual que vengan más turistas, que sean rubios o que sean morenos, el hecho es que gastan mucho menos que nunca. El gasto turístico ha descendido alarmantemente y da la impresión de que muchos turistas aprovechan ahora la baja cotización del euro y los grandes descuentos de líneas de bajo coste y de los establecimientos hoteleros para pasarse unos días por Ibiza y conocer la isla que tanto suena en el exterior.
Los políticos del ramo ejercen de oficiantes y no pierden la ocasión de repetirlo: han venido más turistas que nunca. Y añaden que este verano todavía vendrán más.
¿Y qué? Si vienen más pero gastan mucho menos lo único que hacemos es el negocio de na Peix Frit, que compraba el pescado fresco a 5 y después de limpiarlo y de freírlo lo vendía a 4.
De hecho, la crisis es tan grave entre los españoles, que también se transparenta en las estadísticas. La caída del turismo nacional ha sido patente, en cambio ha aumentado el número de extranjeros. De hecho, hasta octubre han venido a España 47 millones de turistas, lo cual supone un récord y supera en mucho los dos últimos años anteriores del 2008 y del 2007. Podemos asegurar –aventuro yo– que en todo 2010 habrán venido más de 50 millones de extranjeros.
Se sabe que la competencia de precios entre los establecimientos hoteleros es muy fuerte. Parece insostenible este nivel de precios a la baja durante mucho tiempo, aunque en estos momentos nos supone una balón de oxígeno. Sólo se salvan algunas exportaciones y el turismo, que también es técnicamente una exportación.
Pero el consumo nacional se ha desplomado.
Y en éstas estamos cuando conocemos que el gasto turístico en Baleares ha caído un 18% en noviembre. No es poco.
Al menos nos queda la esperanza de que vendrán las hordas nórdicas desde mayo y la isla estará a rebosar de gente poco gastadora.