miércoles, enero 05, 2011

El apocalíptico canto de la Sibila




Algo tendrá el terrible canto de la Sibila cuando lo ha bendecido la Unesco al nombrarlo Patrimonio de la Humanidad. En principio, que es muy antiguo, muy anterior a la existencia del propio cristianismo, que adoptó Judiciaria Signum, el poema terrorífico de la Sibila de Eritrea por mano de San Agustín, que la trasladó al latín y a partir de aquel momento comenzó a circular en la España visigoda y entre los mozárabes a partir del siglo X, que la cantaban en tiempos de tribulación.
Los catalanistas y no pocos catalanes no tardaron ni unos minutos en abalanzarse sobre la Sibila para fagocitarla y canibalizarla al incluirla en la cultura catalana. Algunos incluso afirman que fue introducida por Jaime I El Conquistador en 1229.
Esto son datos harto improbables. En Mallorca ya se conocía de antes, y en cualquier caso, de haber sido introducida desde Cataluña no implica una esencia catalana. Pero confirma esta voracidad catalanista en salir siempre en ayuda del vencedor y hacerse con los rasgos o bienes limítrofes, atribuyéndoselos a los propios catalanes.
Antigua... y además es muy singular. A pesar de que existen oráculos en casi todas las culturas y varias sibilas en la cultura clásica, esta versión alcanzó carácter de mito y ha vivido tantas peripecias que incluso hoy está envuelta de un halo de misterio y de truculencia.
En el siglo X ya disponían de un manuscrito en el monasterio de San Marcial de Limoges (Francia). Y aunque se tradujo a las lenguas vulgares para facilitar su aterrador mensaje, la sibila ya se cantaba en Yugoslavia, Austria, España, Portugal, Francia y se expande en la Corona de Aragón en el siglo XIII y aun antes.
En 1500 se cantaba en un convento de monjas de Cuenca y también existe una versión en la Catedral Primada de Toledo, 1585.
Que en plena Inquisición hubiera alguien que conservara estos manuscritos ya nos da una idea de su enorme popularidad y de su gran extensión geográfica. Porque es muy importante recordar que el Concilio de Trento la prohibió tajantemente en 1545. De hecho no se recuperó la versión cantada por una jovencita o una niña hasta el Concilio Vaticano II.
Hoy, Mallorca ocupa el centro del escenario, por haber sido el lugar donde a trancas y a barrancas se ha conservado este rito, con algunas variaciones. También en Cataluña cantan la Sibila, pero bastante diferente. Es innegable que proceden todas ellas de la raíz común de la antiquísima Sibila del siglo X. Y más aún, del poema apocalíptico de la sibila de Eritrea.
¿Y en Ibiza? Nada de nada. Podría haber llegado desde el fenicio-cartaginés San Agustín (yo siempre he pensado que conocía Ibiza), pero no olvidemos que el poema procede del mundo clásico grecolatino, tan distinto a nuestro universo fenicio.
De Ibiza ses Caramelles, de Mallorca sa Sibila y en ambos casos estamos hablando de unos cantos de orígenes muy arcaicos, pero distintos. Nosotros somos fenicios, afortunadamente.