Comencé a escribir en prensa en 1972. Aquí incluyo artículos o textos breves publicados en prensa desde diciembre de 2006.
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miércoles, diciembre 01, 2010
La cueva del humo
Sa Cova des Fum es bien conocida por los formenterenses, aunque es de suponer que pocos se hayan decidido a entrar, al menos en tiempos antiguos. Y sin embargo probablemente fue habitada casi dos mil años antes a.C. En la Ibiza prefenicia. Y durante mucho tiempo después.
Se han encontrado restos de cerámica árabe en abundancia y muy anterior, incluso de tiempos prehistóricos. El investigador José Barral lo describe:
«... Y entre ellos un vasito casi íntegro que yo mismo reconstruí antes de entregarlo al Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera. Esta pieza se publicó por primera vez, que yo sepa, en la Història d´Eivissa i Formentera del Diario de Ibiza (1991, p. 4), sin ninguna mención de mi nombre como descubridor y donante. En esa misma obra (p. 84) su autor, Ernest Prats i García, relaciona erróneamente un ataque «cap a l´any 860..., per la flota normanda»... con «la llegenda de la Cova des Fum, a La Mola». Ni la más mínima alusión al episodio de Sigurd en 1109...»
Yo también entré con mi amigo ya desaparecido, el ceramista Gabrielet, a comienzos de los años 70. Tenía tres pisos de galerías y había tiestos e, incluso, dos calaveras en la entrada de la caverna. Probablemente habría muchos más adentrándose en el interior. No tocamos nada, pero aquellas profundísimas galerías causaban una impresión telúrica, extraña y poco tranquilizante.
Pero que nadie entre sin estar preparado, pues de ahí no se sale con vida. Acompañados y preparados. Y si es posible no tocar los restos, aunque a decir verdad –según otros testimonios– ya está todo muy removido por gente que piensa que encontrará un tesoro, el tesoro de Sigurd al que alude la saga islandesa, un vikingo osado que recorría las costas del Mediterráneo para cobrar botín.
El mismo Barral traduce en otro sitio una estrofa de la saga:
«El afamado enrojecedor de la rodela,
el buscador de fama,
deseoso de la ruptura de la paz,
llegó con su flota a Ibiza.»
El episodio es conocido y yo mismo lo conté a mi manera en el ´Diccionario de Secretos de Ibiza´ y más tarde en ´Lagartijas azules en París´, porque me parece una narración admirable que sigue el patrón mitopoético y quizás arquetípico del héroe que sale en un viaje iniciático en busca de riqueza y, al final, se hace con un tesoro. Si se fijan siempre es la misma historia, la misma estructura, incluso Indiana Jones (y miles de versiones posteriores) repiten la saga.
Veo ahora que la escritora Mia Soreide insiste en caer en la trampa y quiere buscar el tesoro de Sigurd.
Haga, haga.