sábado, diciembre 18, 2010

Si de verdad fuera mágica la flauta



Armin Heinemann es uno de estos elefantes de finales de los 70 y de los 80 que ayudaron a crear un sello Ibiza de calidad, antes de que existieran tantos organismos con tantos funcionarios sin saber de dónde vienen ni a dónde van y que se pasan la vida repartiendo premios y placas a la media docena de siempre. No están informados ni tienen imaginación. Pobre Ibiza.
Armin salió una vez más al escenario para alegrar la vida de mucha gente. Es lo que ha hecho desde que llegó, como otros tantos (no muchos, no nos engañemos). Vivir, crear, en la calle, la calle de la Virgen y en otros desfiles de moda de Ibiza, se llamara Adlib o no. La moda de Armin siempre fue original.
Ha salido a la palestra y ha mostrado una versión peculiar de ´La flauta mágica´ de Mozart, una de las obras más cálidas y divertidas en la música (ópera) clásica.
Estaba yo cavilando que van a caernos encima unas nuevas Navidades. Para unos será motivo de alegría, para los más niños suele ser excusa para fiesta continuada, y para otros son unos días muy duros, tristes, donde siempre acaba por llegar una melancolía perdida que pugna por impregnar el invierno frío.
Ya hace años que he descubierto el valor de la soledad en Navidades: casi mejor estar bastante solo que no reventar por la ingesta de alcohol, grasas, dulces, campanilleos, borreguitos, musiquitas y compras a lo tonto.
Uno prefiere la sobriedad clásica, la calma, la música buena, pero sin oponerse ni resistirse al desfile de borreguismo, adocenamiento, sumisión. Allá cada cual.
Y pensé en la ópera de Mozart reinventada por Armin. Si de verdad fuera mágica la flauta podría conseguir que en estas fiestas no se prodigaran las sombras de la noche húmeda y triste y con poca iluminación para ahorrar. Podría conseguir un buen flautazo que los ayuntamientos y consejos insulares comenzaran por reducirse el sueldo y reducir empleos públicos. Las grandes fortunas del presupuesto van ya al mantenimiento y a pagar personal.
El ciudadano atónito vislumbra un panorama nublado: demasiado gasto para tan pocos ingresos. Todavía hay muchos políticos que no creen realmente en la crisis; parece justo lo contrario, como si hubieran recibido órdenes de gastar a lo grande.
Un solo de flauta mágica podría revitalizar nuestro bolsillo y nos permitiría regalar un buen lote de libros o media docena de pinturas.
Apenas se vende nada. Cierran tiendas de música, librerías y galerías. No es una frase hecha, no es un hecho aislado, no es un capricho: en invierno no ha quedado ni un céntimo disponible.
De vez en cuando llega, como caído del cielo en un ocaso, un eco de los años 70 y de los años 80 y entonces Ibiza parece recordar un pulso vital indescriptible y difuso. Todos se ponen en marcha y salen adelante los proyectos más estrambóticos e inesperados. La flauta mágica, eso nos hace falta y alguien que tenga la habilidad de tocarla con tino. Veremos. Navidad es natividad, es decir, renacimiento, aunque sea de las cenizas.


(Foto Ultima Hora Ibiza)