sábado, mayo 15, 2010

No todo es Messi o Ronaldo


Llovía en gran parte de España, llovía agua ácida y donde no caía agua el cielo albergaba las cenizas islandesas en suspensión, provocando el cierre de muchos aeropuertos europeos. Claro que afecta a Ibiza, cómo no va a afectar.
Pero el fútbol lo puede todo. Las maravillas del fútbol (no digo el deporte, porque el fenómeno no se da en otras facetas) son insondables e inagotables. ¿Cómo explicarse si no la espartana y corajuda migración atlética madrileña cruzando todo el continente europeo para llegar a Hamburgo para ver la final de la Europa League? Sorprendente marea humana, no muy acolchada de dinero pero usando el adjetivo colchonero ya como un sustantivo intransferible.
Los del Atlético son conocidos como los colchoneros por estas franjas rojas sobre el blanco, que emulaban la sobria decoración de los antiguos colchones de lana. También se les podría llamar los laneros o los pajeros, si hablamos de colchones de paja. ¡Qué país tan sorprendente, que ignora las cifras del paro real –cinco millones– o los malos augurios del socialismo cañí que ha emprendido disciplinadamente las ordenanzas que mande Obama o la Merkel!
Pero eso sí, queremos goles, nosotros. Goles.
Y para eso nada mejor que el gladiador oriental, conocido por Uruguacho, porque Forlán es uruguayo, a los que en Argentina denominan orientales, porque están al Oriente de Buenos Aires. Veo en la televisión chicas jóvenes, rubias, esplendorosas y chillonas. Ya casi son iguales que los forofos, empobrecidos, pero con la alegría del gol en el cuerpo.
Cualquier maravilla es posible. Hay allí futbolistas que llevan lustros en primera división y todavía no habían tenido sus quince minutos de gloria. Es injusto.
La prensa deportiva vive prácticamente de dos equipos: el de Messi y el de Cristiano Ronaldo, que son dos empresas. Como tal, el Barça disimula la cruz de su escudo cuando viaja a algún país árabe que paga un bolo; pero el Madrid soslaya el «cristiano» de Ronaldo, para no parecer prepotente a los seguidores de Alá. Business, la pela es la pela.
Da igual lo que hagan los dos grandes equipos, de ellos interesa cualquier nimiedad, como esta foto tan cariñosa donde Abramovich (¿se llama así el sueco?) y Piqué se acarician con dulzura y se arriman las manos a los labios. Es normal, esto es por el contagio del juego trenzado, acariciante, aterciopelado de Guardiola, a quien no gustan los exabruptos ni los patadones sin sentido.
Esta foto de risible carácter tierno, dulzón (de hombre a hombre pero con la piel cuidada por emulsiones de aloe vera) ha dado la vuelta al mundo.
¿Qué ha sido o será de las decenas de miles de jugadores federados en España? Nada, de ellos no será nada, al menos si no salta la liebre imponderable y se plantan en una final.
Ay amigo, si marcas un gol, puedes recibir un beso francés de un compañero, como hizo el británico Scholes hace una semana; o alguna fan de Vallecas te enseñará las tetas desde las gradas. El magma humano toma forma y de las flaquezas hacemos virtud. Ay, si también empleáramos esta energía para levantar España...