Por mucho que nos flagelemos y con razón, no somos los ibicencos ni los baleáricos los únicos agentes activos del cambio. El mar es sensible a las numerosas agresiones sufridas y si no queremos emplear esta palabra (estas semanas estaría justificada en la brutal contaminación por hidrocarburos en el Caribe, pero... ¿el volcán islandés no contamina?) podemos decir ´cambios´ .
Un cambio en el hábitat puede afectar a toda la cadena trófica, y esto tan elemental tiene consecuencias para todos.
El prodigioso y enojoso aumento de las medusas es un fenómeno que se está observando en todo el planeta. Imagino que aparte de los nutrientes marinos, el aumento de temperatura, algo o mucho tendrá que ver la disminución de sus predadores naturales, como las tortugas, los atunes y los delfines en muchos casos
Estoy pensando en la última infestación de enjambres de medusas velero, que han dejado gran parte de las costas de San Antonio con un extraño olor a podrido. Y sin embargo tampoco son desconocidas por los marineros, como no lo son las temibles y agresivas ´carabelas portuguesas´. En todo caso nos asombra la gran cantidad de estas medusas azuladas, con una cresta (vela) casi en el centro.
De hecho, la velero, Velella velella, encuentra su habitat en aguas abiertas de mar abierto. No es una medusa propiamente dicha, sino una comunidad de pólipos, organizados simbióticamente: Cnidaria, clase hidrozoo, del orden de los Hydroides-Chondrofora. No son urticantes para el ser humano, a diferencia de la carabela, en realidad se alimenta del zooplancton y su único inconveniente es la invasión por miles de las arenas bajas. En Galicia, Asturias, Andalucía están acostumbrados a ellas después de cada marejada, y también en Ibiza son conocidas, sobre todo después de los temporales de Poniente.
Además pueden servirnos como indicador, porque si traspasan Gibraltar y llegan a Ibiza, siguiendo exactamente las mismas corrientes que la carabela, nos ponen en alerta sobre la posibilidad de éstas últimas. Y con las carabelas sí que hay que andarse con cuidado. Ni tocarlas.
He comprobado diversos periódicos regionales y, en efecto, es habitual la alerta por las grandes biomasas de veleros depositadas pudriéndose en las playas asturianas (por cierto, una se llama Las Salinas) y también en Galicia.
Los técnicos avisados coinciden en pedir paciencia, porque poca cosa puede hacerse para neutralizarlas. Llegan con las convulsiones de los cambios de estación, en los equinoccios, y «habrá que ir acostumbrándonos a la presencia de las medusas y de los pólipos», explican. En Asturias denuncian la presencia de otra medusa, la Rhizostoma pulmo, que tampoco presenta problemas de picaduras, pero como la velero se deposita en las playas por cientos de miles, lo cual crea un problema higiénico nada desdeñable. Llega el verano y ahora lo único que nos preocupa es el volcán islandés.
Foto Carmelo Convalía Diario de Ibiza