miércoles, mayo 12, 2010

Miguel Siguán (1918-2010)


Había nacido en el 18, el año de la gripe, en Barcelona. A los 16 años ingresa en la facultad de Filosofía y Letras de manera que la guerra civil le truncó por la mitad la carrera, como a tantos españoles que sintieron como se abría el abismo bajo sus pies. Bajo sus pies y en Teruel, en cuyo frente luchó activamente.
Así que tuvo un despertar a la juventud repleto de emociones fuertes, como su exilio e ingreso en un campo de concentración. En Francia tendría ocasión de entrar en contacto con un magistral Piaget, la psicología industrial ya en Londres y otras corrientes avanzadas europeas.
Cuando regresa obtiene uno de sus doctorados en Madrid y puede al final volver a su ciudad natal para ocupar la cátedra de psicología de la Universidad de Barcelona.
Desde entonces sus trabajos académicos han sido constantes, así como sus publicaciones, la primera de ellas en 1952, cuando en Ibiza apenas comenzábamos a recuperarnos de la posguerra y volvían algunos de los elefantes que habían salido espantados por la guerra civil de 1936-1939.
Descubrió Ibiza en 1959 y solía pasar los veranos en su casa construida por Erwin Broner.
Como anécdota, aquel libro era 'Las pruebas proyectivas y el conocimiento de la personalidad individual'. Madrid. C.S.I.C., col. Monografías de Ciencia Moderna, 38. (116 pp.).
Desde ahí sus publicaciones (individuales o colectivas) se cuentan a cientos y uno de sus libros más recientes se leyó con mucha atención en varios países de Europa: 'España Plurilingüe'. Alianza Universidad. Madrid, 1992 (350 pp.)
Versión inglesa: Multilingual Spain. Swets & Zeitlinger. Amsterdam. 1993 (306 pag.). Y es fácil comprender que también tocó un tema vivo: 'Bilingüismo y lenguas en contacto'. Alianza Editorial. Madrid (368 pp.).
En uno de sus artículos más creativos ponía como ejemplo no a la Ibiza desconcertada de la inmersión lingüística en catalán, sino a la comunidad plurilingüe de San Carlos, y varios colegios internacionales como el de Morna. Ibiza podía ser –venía a decir– un ejemplo de integración a seguir.
Reproduje este artículo en mi Anuario, porque me gustó la tesis. De la misma forma que no me gustan las inmersiones en un sitio bilingüe como Ibiza. Incluso observo que en las notas de prensa pretenden echarle la culpa de la política de inmersión practicada por la Generalitat, según un modelo que importó de Quebec.
Miguel o Miquel, plurilingüe y bastante escamado con aventuras identitarias no puede ser declarado culpable, al menos no el único inductor, que en cualquier caso sólo explicó un modelo que tampoco en Canadá parece haber dado grandes frutos, aunque se supone que saldrá alguien diciendo que sí. Bueno. En cualquier caso no es uno de sus mejores éxitos.
Sinceramente, prefiero recordar a mi amigo en sus estudios de psicolingüística en la educación infantil multilingüe en situaciones de interculturalidad, abogando por el bilingüismo. Lástima que al final derivara hacia el modelo de inmersión lingüística.