sábado, agosto 11, 2012

Nada contra el catalán, todo contra el castellano

Cuando el ibicenco otea el horizonte puede o podría ver  África, Mallorca o Valencia. Catalonia cae muy lejos. Cada vez más.

Mi artículo de hoy en Diario de Ibiza íntegramente reproducido:

Podría titular este articulito como la enfermiza obsesión contra el castellano o español. No estamos hablando de otra cosa, aunque otros opinadores hayan escrito lo contrario.
¿Puede imaginarse alguien lo que ocurriría si nuestro honorable Presidente Bauzá (honorable y tibio, esperamos mucho más de usted) hubiera hecho al catalán en Baleares lo que Artur Más ha hecho al castellano en Cataluña?
A pesar de tener al menos seis sentencias de los distintos tribunales supremos, se niega a aplicar la ley, violando flagrantemente la Constitución, una carta magna que por supuesto, por ésta y por otras razones ya ha quedado convertida en papel mojado.

¿Obsesión contra el catalán? Por Dios, al menos abandonen por un momento el escarnio. Pero es fácil predecir que todo el Estado ha quedado en un geométrico equilibrio inestable y cuando esto ocurre, la tensión acumulada y acumulable suele resolverse en forma de una ruptura o varias. Y a lo mejor hasta a mí me interesaría que aquellas regiones que no respeten la ley, el orden y la Constitución, abandonen el proyecto común y se dediquen a hacer su vida y a pagar sus propias facturas, pero este ya es otro tema.
¿A qué espera Catalonia a llevar a cabo un referendum? Nadie les va a decir nada. ¿Y a qué esperan los vascos? Ánimo, valientes.

En este contexto, el profesorado de Ibiza y Formentera nos avisa de que está a punto de llegar el Apocalipsis y que la muerte del idioma catalán está al caer. Miren, desde que ustedes lo defienden así, no me cabe ninguna duda, al catalán le quedan pocos años.
Antes de ustedes, el catalán ha durado mal que bien (como todos los idiomas) más de mil años. Lo mismo se puede decir del ibicenco, el idioma de Ibiza, aunque los profesores se enlacen servilmente a la bandera de una Comunidad vecina que es competencia directa de todos nuestros productos y de nuestros servicios. En el fondo del estanque dorado (otros lo llaman charco marrón) se vislumbra el quid de la cuestión: quieren más dinero, siempre piden lo mismo.
Mamá, pasta, más pasta.

Tengamos presente que hay muchos maestros que son una joya, sacrificados, buenos pedagogos, caritativos y próximos al alumnado. Pero no son la mayoría y a la hora de la verdad se encuentran con muchos problemas para enfrentarse a otros aprendices de manipuladores (algunos no son aprendices, ya tienen el grado de maestro) que son hábiles en el manejo del pesebre y las redes del descontento.
Porque digámoslo bien claro: José Ramón Bauzá no ha legislado nada contra el catalán y si lo hiciera me tendría enfrente. Ha legislado para cumplir y hacer cumplir nuestra Constitución, recuperando la condición de lengua oficial a la que oficialmente es nuestra lengua común en toda España, en todo el Estado.
Además lo ha hecho con gran timidez, tacto y respeto. Pero, ay amigos, ya tenemos a los coros y danzas de la agit-prop de la progresía, a los catalanistas y a otros que se aburren lanzando globitos y vendiendo camisetas (el merchandasing que mueven debe ser importante ¿ha estudiado esto la Conselleria?). Un día son verdes, otro día van de negro.
Todo es una gran comedia que, por cierto escenifican durante el curso escolar.

Una vez acabado el curso, han desaparecido los profes de nuestras calles. Espero que al menos demuestren la misma destreza a la hora de enseñar a los chicos -en catalán, español e inglés- con eficiencia, y que abandonemos de una vez los últimos lugares de toda España. Ya España es de los últimos de Europa, informe PISA.