sábado, junio 09, 2012

Adlib, 40 años en blanco y negro


Como ya hace 40 años de casi todo, también le toca ahora a Adlib, abreviatura de ad libitum, una expresión latina que significa según tu propio albedrío, a tu manera, y ha hecho fortuna, como es patente. Tanto como ´la moda de Ibiza´ referida a vestidos, blusas, de tonos claros o blancos, con tejidos naturales como el algodón o el lino que permiten las alas anchas al viento, informales y un poco sugerentes.

La moda de Ibiza nació como una explosión de talentos anónimos que recogían la inspiración directamente de la calle y la armonizaban de una forma ecléctica pero que, por increíble que parezca, terminaba por funcionar. A excepción de unos cuantos diseñadores del principio.
Eran estrambóticos, entresacados del peor sueño hippy, extravagantes a conciencia, es decir, eran apropiados para crear espectáculo en los desfiles pero carecían de funcionalidad, de portabilidad.
Pero, ay, amigo, los fotógrafos se pusieron las botas. En 1971-72 todavía no se permitían los desnudos, no existía Lib, Interviu, Playboy, Penthouse, Primera Plana, Bocaccio ni otras revistas del destape que ocuparían el mercado a partir de finales de 1975, cuando murió Franco, y en las cuales jamás tuve ningún problema para colaborar. Toda esta prensa se nutrió de los desnudos y de las modelos que poblaban entonces Ibiza, una isla que ya iba años por delante de Madrid y de Barcelona.

La moda adlib tuvo la visión de apropiarse de la libertad hippy y de la calidad de las texturas de la ropa interior de las payesas. A partir de ahí cualquier cosa fue posible, incluso que algunos diseñadores se pasaran a los tonos más colorísticos y al final se pasaran incluso al color negro.
Las tiendas aprendieron rápido a ofrecer lo que las jóvenes españolas demandaban, así los vestidos de algodón con puntillas y un escote recatado en colores blanco, azul claro, turquesa, amarillo y a veces rojo. Los más vendidos, el azul y el blanco. Ana Belén, Massiel, y el todo Madrid venían a Ibiza y se llevan de cinco a diez vestidos, porque ya eran perfectamente estandarizados y habían perdido la fuerza de escándalo inicial.
En aquel momento saqué un amplio reportaje en color en Destino donde explicaba cómo el establishment tiene la facultad de digerir todas las estéticas –cuando no las éticas– que se le opongan. El acto reflejo del sistema es recuperar a las ovejas descarriadas, marcarlas, numerarlas y ponerlas a la venta.

Yo sentía en propia piel esta derrota, porque estaba claro que la Ibiza de hoteles de masas ya estaba inundando la isla.
Los hippies comenzaron a salir en 1974, y en 1976 apenas quedaba nadie, algunos valencianos y catalanes que se disfrazaban para vender en los mercadillos, numerosos argentinos que hacían lo propio y algunos nórdicos que se escondían en es Amunts para pintar o para decir que pintaban.
Quienes presenten Ibiza como una hipérbole creativa se equivocan. Adlib no inventó nada. Ibiza ya estaba inventada y era muy famosa. Adlib tampoco es cultura, es pura industria, comercio y algo de espectáculo. De hecho, Adlib inaugura la Ibiza del espectáculo, pero no lo inventa ni lo crea en exclusiva. ¿Resultados? Que cada cual opine según le va en la feria.