Estamos en temporada baja, pero en Ibiza no nos olvidamos de algunas cosas, por ejemplo, de la apestosa avalancha de turismo británico que promociona Mallorca, Lloret o Ibiza como destinos de droga y de borrachera. En Corfú, la llamada segunda Ibiza griega, van con más tacto, no sólo porque temen a los griegos, que son bastante brutos, sino porque la misma aplicación de la ley es mucho más estricta.
Lloret, como Ibiza, son las zonas ideales, las más relajadas y donde se les permite cualquier tipo de conducta. Lloret tiene más fama por el alcohol, por la embriaguez hasta entrar en coma; Ibiza es mucho más conocida como un antro del narcoturismo, quizás por las pastillas que suelen ir unidas y asociadas a a la incultura salvaje de las discotecas y de los clubbers.
«Si eres inglés y joven lo más normal es que bebas hasta emborracharte», declaró el otro día el actor Daniel Radcliffe (Harry Potter). Cierto, y en la sociedad británica siguen teniendo serios problemas con su juventud, con las drogas y el alcohol. A pesar de continuados programas de reeducación, apenas llegan los resultados.
Volveré a hablar del tema. Y cuidado, nosotros no demonicemos lo que tenemos, porque este turismo ha espantado cualquier posibilidad de recuperación o de sustitución. Ahora sería muy difícil reconducir la situación de un día para otro. En Cataluña saben bien que es difícil sustituir un nicho, una clase, por otra mejor sin hacer cambios sustanciales.
Y sin embargo, ellos van a intentarlo. El año pasado, desde la primavera, las cosas se torcieron, quizás porque incluso los estudiantes ingleses promocionaban Lloret como unos días salvajes donde emborracharse a placer. El hecho es que hubo incluso serios disturbios con la policía catalana, cuando se vio obligada por razones de seguridad a desalojar una discoteca. Y en muchas otras ocasiones. Sobre esto podrían recibir lecciones de la policía de Ibiza, aunque en la isla no son habituales las peleas multitudinarias, pero no son descartables.
La Generalitat de Cataluña ha recogido la petición del Ayuntamiento de Lloret de Mar, en Gerona, para que ataque desde la raíz: multas a las operadores turísticos que promocionen de forma explícita el turismo de borrachera. El alcalde ha anunciado a los hoteleros que no se va a permitir ni el menor desmán y todavía sigue vigente la prohibición de andar sin camiseta o en bañador en el interior de las ciudades, basándose en la Ley de Turismo de Cataluña del 2002.
La norma sentencia que «es una infracción grave llevar a cabo actividades que produzcan daños graves a los recursos turísticos o conlleven un menoscabo sustancial de sus valores inherentes y mengüen su capacidad de atracción de usuarios turísticos». Lloret ansía recuperar el turismo sénior (los panteras grises), familiar o deportivo, una senda que Ibiza lleva muy descuidada.
Podríamos seguir, pero sólo apuntaré una impresión: Ibiza sigue un camino diametralmente opuesto con la música 7/24 o sea, las 24 horas a diario hasta octubre.
Ibiza tiene mucho que caminar, pero me temo que no voy a perder ni un minuto tratando el tema. Ibiza es tierra de listos, corruptos y aprovechados.