sábado, diciembre 17, 2011

Peticiones de ayuda


A nadie le gusta pedir, pero en los últimos dos años estamos asistiendo a una lluvia continuada de peticiones de ayuda en diversos campos. Si lacerante es la situación humana de decenas (¿centenares?) de expulsados del sector de la construcción que han ido cayendo en desgracia y se encuentran literalmente en plena calle, no menos angustioso es el calvario que pasan pacientemente muchos enfermos que se ven obligados a tratarse fuera de la isla.
La enfermedad en sí ya suele ser una prueba capaz de tumbar al mejor plantado y al más templado; si a esto se añaden los costosos gastos de manutención, taxis, medicamentos o estancia, resulta que nos encontramos en uno de los sitios de España más ricos oficialmente, pero peor cuidados en la práctica.

Cáritas ya es una institución que recibe la garantía de la Iglesia en su continuidad y muchas ayudas particulares que llegan por los conductos más inesperados. Descartemos estas falsas ayudas de alimentos que llevan caducados varios años. Quien quiera ayudar que ayude de verdad.
No es Cáritas un basurero donde evacuar lo sobrante en estado dudoso. Todas las ayuda son bienvenidas, pero que sean ayudas y no rémoras que ocasionan trastornos, trabajo suplementario y pérdidas de tiempo valioso.

En el caso de las enfermedades no podemos obviar el sida, del que se detecta una veintena de nuevos casos anualmente en Ibiza. Hay tratamientos carísimos, pero eficaces que se pueden llevar a cabo con cierta y relativa comodidad desde la isla.
El punto débil de Ibiza sigue siendo el cáncer, bastante más incidental, grave y gravoso para la economía familiar. Los tratamientos de radioterapia en la vecina Mallorca suponen una tortura añadida a la ya de por sí desagradable dolencia. Un altísimo porcentaje ya curan en su totalidad, otros ganan largos años de vida y, en cualquier caso, una calidad de vida aceptable.

De modo que la tortura más agresiva es el traslado, tratamiento y estancia fuera del hogar. Mucha gente no lo supera y no son pocos los que se rinden con tal de no tener que afrontar otro vía crucis en la vecina Mallorca o en Valencia o en Barcelona.
Parece increíble que algunos llamados profesionales -desde Mallorca y de forma anónima, ellos sabrán por qué- salgan a la palestra para descalificar en términos técnicos y económicos la rentabilidad de una unidad de radioterapia en las Pitiusas. Probablemente estamos en unas fechas y bajo una situación donde se hablará mucho de austeridad: hay que pagar la orgía de los últimos diez años. Pero las Pitiusas llevan muchos años luchando por esta solución de proximidad.

Ignoro si los 156.000 habitantes (unos 400.000 en verano) convierten en rentable las instalaciones para unos doscientos enfermos de cáncer que necesitan improrrogable tratamiento.
Pero pongo toda mi esperanza en las gestiones de Carmen Castro y otros para que dentro de un año haya algo más que un montón de tierra en el nuevo Hospital de Ibiza para tratar a nuestros enfermos de cáncer.