miércoles, diciembre 14, 2011

Malos aires



Una buena razón para vivir en Ibiza era la pureza del aire, la limpieza de nuestra atmósfera, a pesar de una humedad ambiental que aplasta a los espíritus sensibles.
Silencio general, limpieza del aire y una atmósfera cristalina en un paisaje inalterado: bueno, y un cuerno. 
Esto ya no es así, el ruido es una peste que ha invadido hasta el último rincón de la isla, al lado del mar, en el interior, en las terrazas, en la calle: toda Ibiza parece una diabólica discoteca, con un murga confusa que apenas cesa por la noche.

Sobre el paisaje inalterado siempre recomiendo sentarse en la ventanilla del avión que venga de Valencia, pues esta línea cruza la isla desde San Antonio hasta es Codolar y lo hace a baja altura, pero a la suficiente para degustar los niveles de destrozo generalizado. No es una experiencia agradable.
Y nos queda la tercera motivación: al menos en Ibiza respiras oxígeno y un aire limpio. Pues no, tampoco. Imagino que si te pierdes en pleno bosque de pinos podrás gozar de una jornada oxigenada, pero según donde vayas ya no podrás gozar de un atmósfera saludable. Es más, en Ibiza y en San Antonio puede ser incluso en un nivel peligroso.
A finales de los años 80 yo lo detecté a simple vista: las emisiones de la central de energía van a la atmósfera y apenas cogen altura. Y dado que los vientos dominantes y las brisas suelen venir de Levante, arrastran los malos humos, los malos aires hacia Can Misses y hacia la ciudad. 
Todo el Archipiélago presenta unos niveles de contaminación importantes, en general debido a las centrales térmicas. ¿Y a qué más puede ser debido? Sin consultar mayores detalles (¿dónde?) me arriesgo a aventurar que hay algunos factores contaminantes: la infestación de lanchas y yates dos veces al día: cuando van hacia Formentera o ses Illetes y por supuesto al caer el sol, cuando regresan. 
La procesión de lanchas produce un rugido extraño, la atmósfera se opaca, se ensucia y el aire del atardecer €que siempre había sido una delicia relajante para desprenderse de los malos rollos de la jornada de trabajo€ huele a eso, a gasóleo quemado. Un horror. Y esto lo he comprobado varias veces. 

Recomiendo hacer la experiencia desde el mirador del Ayuntamiento o bien desde la punta de Botafoc, desde donde se ve la monstruosa invasión de lanchas que vienen de pasar el día en Formentera. Es una experiencia desoladora y si encima añades la humedad y el calor, puede resultar casi dolorosa.
¿Qué más contamina? Es evidente que los miles de automóviles rodando todo el día no ayudan a la nitidez atmosférica. Tampoco las calderas de los hoteles, fábricas e industrias. Pero yo quisiera pensar que el más tremendo contaminante de ozono troposférico son los motores de los aviones, de los cientos de aviones que entran y salen de la isla sin parar, día y noche. Seguramente habrá algún especialista que nos podrá ampliar o corregir algunos de estos datos. Quien quiera ampliarlos, Diario de Ibiza, 28-IX-2011.