miércoles, octubre 19, 2011

Silencio, se trabaja


No seamos cicateros ni nos recreemos en un pesimismo que solo puede conducirnos al nihilismo más estéril. Aceptemos que hemos disfrutado de un verano magnífico. Claro que hemos de ser conscientes de nuestras debilidades y de nuestros fallos: nuestra estructura económica tiene un umbral de resistencia que se sobrepasa cada año en julio y en agosto. Nuestras infraestructuras revientan, se resienten y a menudo fallan. A esto se añaden algunas pautas que no por conocidas son evitables: la delincuencia está mucho más y mucho mejor organizada que nuestra policía y que nuestros políticos. La mafia, las mafias (en plural es más preciso) van muy por delante de cualquier acción coercitiva y esto es lo normal. En nuestro ordenamiento constitucional no cabe la represión preventiva. Nadie es sospechoso, o si lo es no puede ser detenido por un simple indicio. De esto se aprovechan las mafias de delincuentes, muchas veces auténticos criminales sin entrañas que no se detienen ante nada ni ante nadie.

Los delitos de sangre que, en general, rodean al mundo de las discotecas y de la droga son muy espectaculares, pero hay otros delitos mucho más silenciosos y tanto o más dañinos: los delitos ecológicos, por llamarlos de alguna manera. Estos pirómanos o estos inconscientes que incendian el bosque para crear situaciones de distracción de las fuerzas de seguridad y de protección civil, ellos que de todas formas ya van estresados y estragados en estos meses punta. O estos árabes de cuello blanco que se acercan con sus megayates con grifería de oro y con todos los medios de galleo a su alcance. Acostumbrados a a avasallar cuanto tocan en el ámbito de sus países totalitarios entran a degüello en nuestras frágiles costas: no van a detenerse por una simple pradera de posidonia. Además, ¿quién va a delatarles?

Y en esto tienen razón: una vez más es la Guardia Civil la que ha actuado y solo en nueve, 9, nueve ridículas denuncias a yates que incumplían la ley vigente.

No vale la pena lamentarnos para seguir de manos cruzadas. Uno recomienda silencio, mientras alguien intenta trabajar.

Ya comprendo la frustración del nacionalismo-socialismo, que acaba de recibir una tan merecida como sonora patada en el trasero, pero hay que dejar margen a quien trabaja. Se recomienda no pasarle llamadas al sacerdote mientras dice misa, no pasarle el teléfono al cirujano mientras está operando en el quirófano ni ofrecerle un polvito al delantero centro cuando está precisamente rematando un balón de cabeza ante la portería contraria.

El PP no será lo mejor del mundo, pero ahora mismo es lo que tenemos. Ya hemos aparcado a los anteriores gobernantes. Cálmense. Vamos a recomendar que cada cual cumpla con su función y que Gabriel Company, el conseller responsable de estas posidonias, desarrolle su plan de defensa integral de nuestras costas. Dejemos a Bauzá que pierda medio año buscando el dinero –¡para pagar nóminas!– que dilapidaron los de Antich. Dejémosles, por nuestro bien.

Y que, en paralelo, sus equipos de trabajo –bien pagados y bien valorados– trabajen sin desmayo. De aquí al próximo mayo queda mucho por hacer. Denunciar en Bruselas, como pretende RIP, patalear y sabotear no nos conducirá a nada bueno. Trabajar en silencio el Gobierno y una oposición atenta y constructiva, probablemente sí. Dejemos de enturbiar lo que ya está muy oscuro, vayamos a la claridad. Venga.