miércoles, octubre 05, 2011

Delicias turcas hoteleras


Turquía está viviendo con una ilusión adolescente la explosión y el crecimiento de plazas turísticas: para el año 2012 han anunciado la apertura de otras 10.000 en una curva ascendente que no cesa de crecer. Su optimismo nos recuerda inevitablemente el crecimiento salvaje de estas islas en los primeros años de los 70, cuando el propio ministro de Información y Turismo venía a Ibiza y declaraba que lo importante era la cantidad de plazas.

Turquía parece estar buscando la cantidad desesperadamente y no es descartable que tropiece con los mismas errores garrafales que los baleáricos. ´Balearización´ le llamó a nuestra locura el diario Le Monde en 1974.

Daba igual, la vida era maravillosa y sólo cabía la posibilidad de crecer hacia arriba, porque partíamos casi desde cero. El turismo fue tan repentino como voraz.

Hoy, 40 años después de aquella volcánica efusión de lava turística, nos encontramos con una resaca descomunal. Las plazas turísticas, superexplotadas, ya no ofrecen ningún encanto y los hoteles desvencijados –con una capa de pintura para disimular los fallos estructurales– son ofrecidos a los jovenzuelos británicos para que se explayen haciendo balconing o saltando de balcón en balcón. Ni siquiera el metro de reja nos sirve para protegerles de su propia euforia.

Pero en Turquía se encuentran encantados con el turismo que les va llegando, en su mayor parte de la CEI, Confederación de Estados Independientes, o lo que quedó de aquella súbita descomposición de la URSS. Turquía es uno de los destinos preferidos de estos ex-rusos, y también de los rusos propiamente dichos. Además se sienten muy felices de recoger a los alemanes que va perdiendo Ibiza. El alemán siente una gran atracción por Turquía, que en toda su costa sur ofrece unos paisajes inmaculados, limpios. Ya solo falta que los precios sean más bajos... y resulta que lo son. Ya veremos hasta cuándo.

En Baleares, plenamente amazacotados por un equipamiento turístico imbatible, nos encontramos de vuelta. Muchas miles de plazas hoteleras debieran ser retiradas del mercado, pero lejos de estos, las maquinaciones de los empresarios han encontrado en Carlos Delgado a su mejor valedor. Y estas miles de plazas pasarán al mercado a engrosar el catálogo de inmuebles ofertados y haciéndose la competencia de una manera atroz.

¿Convertir las habitaciones en apartamentos es la mejor forma de recuperar a los empresarios? Se supone que será un atractivo para los empresarios hoteleros, pero será una maldición y una condena para los miles de propietarios que pretenden vender sus inmuebles. A veces es peor el remedio que la enfermad.

Como sea, Carlos Delgado tiene un gran reto ante sí. Y los hoteleros jamás habían tenido el viento tan a su favor. Ya tienen a todo un señor gobierno a sus pies. Sobre el resultado final tengo muchas dudas.