miércoles, septiembre 28, 2011

La hierba de San Juan

 La hierba de San Juan, Hipericum Balericum (Foto de Herbario Virtual)


Ya es sabido que la flora ibicenca y pitiusa en general compendia un sorprendente y variado tesoro botánico. Quizás en ningún lugar del mundo confluyen tantas especies distintas en tan pocos metros cuadrados. Su valor es incalculable porque, por si fuera poco, estas plantas han evolucionado a lo largo de millones de años hasta adquirir rango propio. Son endemismos. Existen en Ibiza y en Formentera y en ningún otro sitio.

Algunas plantas incluso solo medran en un determinado rincón, como si la naturaleza les hubiera reservado un palco de honor, pero muy breve y circunscrito a un diminuto hábitat.

Las plantas de Ibiza suponen un tesoro de incalculable valor.

En los últimos sesenta años han debido soportar una presión imprevista, por lo intensa y por lo continuada: el turismo y la desestructuración del territorio, a causa de la infestación anómala de los pinares, lo cual ha causado una cincuentena de incendios (o más) en las últimas décadas.

La presión turística sería gestionable si a la larga no significara una agresión añadida: la contaminación química en distintos grados y de distinta procedencia: hidrocarburos, nitratos, herbicidas o insecticidas debido a fumigaciones, etc.

La explosión masiva del crecimiento pinar puede ser equivalente a una explosión volcánica, de no ser por su duración. Estos pinares ocupan todos los nichos, es la planta o el árbol mejor adaptado y absorbe todos los nutrientes.

Y además el pino llama al fuego. Es como si el propio pino, como especie agrupada, necesitara limpiarse, oxigenarse, sacrificando a numerosos ejemplares con tal de poder reiniciar el proceso de expansión biológica. En este sentido también el pino es muy mal vecino, es muy egoísta.

Y sin embargo el bosque de Ibiza está muy animado. Está lleno de vida y de vidas paralelas.

Por eso es tan deprimente contemplar el paisaje carbonizado en las horas posteriores a un gran incendio forestal: ratas ciegas, el inconfundible olor a destrucción, lagartijas, serpientes y pájaros dañados.

Jaume Estarellas, el técnico de Medio Ambiente del Consell, hace inventario de la destrucción del último incendio de Roca Llisa y recuerda la pareja de halcones peregrinos, que probablemente han conseguido salvarse por los pelos. Y narra la presencia de algunas plantas endémicas maravillosas que tenían su hábitat en la zona quemada: el limonium es una de ellas.

La otra merece capítulo aparte: es la maravillosa hierba de San Juan, que tantas veces aparece en las rondaies ibicencas: Hipericum balearicum. Entre otras maravillas atribuidas al hipérico (al menos al Perforatum, imagino que también las tiene el Balearicum) está la de curar las depresiones leves.

No son pocos los psiquiatras que prefieren recetar hipérico antes que el medicamento químico, que tiene efectos secundarios. En realidad, el hipérico también puede cultivarse en jardín doméstico. Quizás tendríamos que mimarla, cuidarla y nombrarla hija ilustre de Ibiza.