Este 2011 es uno de los peores años de nuestra historia reciente. ¿Cuándo calmarán los furores y los embates que tanto nos han dañado en estos 300 días que llevamos, de sobresalto en sobresalto?
Los incendios de Benirràs y de Morna ya fueron pavorosos y dejaron bien sentado un principio ineludible: el pino pitiuso es muy agradecido y benéfico porque fija el suelo, impidiendo la erosión, pero por contra, su sorprendente exuberancia acaba por constituirse en un peligro potencial.
A estos efectos da lo mismo si estos incendios han sido provocados. El problema es que una vez prendida la mecha, la voracidad del fuego suele ser incontrolable, por muchos efectivos que se pongan en acción en dispositivos que no resultan eficaces, o solo en función del volumen de la quema. Con un viento ligero, los pinares de Ibiza se convierten fácilmente en una bomba, con la brea, la trementina y la biomasa en pleno proceso desatado. No hay quien lo controle.
Y sin embargo, algo se mueve: hay ya mucha gente que se ofrece (y más se ofrecería, en tiempos de crisis y de paro) para aportar su energía o para crear las condiciones que nos lleven a una gestión más racional de nuestros pinares. Un día es un pastor quien nos anima a ir adoptando las abadonadas tareas del pastoreo. Ibiza es una isla muy adecuada para la cabra. Este tema ya está resuelto en un plano teórico. Ya solo falta que se den las posibilidades para llevar las ideas a la práctica, y aquí entra el Consell, convertido en plataforma común desde donde liderar las acciones. Por supuesto, los cortafuegos, donde puedan ser eficaces. Y por fin, la gestión de la biomasa. Me gustaría remarcar que tenemos una suerte especial al contar con Carraca en la vicepresidencia del Consell. Ha sufrido en propia piel de su municipio los zarpazos del fuego.
En fin, hay mucha gente que ya se ha movido. Este verano, Juan Torres me da a conocer por mail uno de sus posibles proyectos para crear energía a partir de la biomasa. No diré más, que él lo explique cuando crea oportuno.
En Extremadura he podido comentar la patética situación de Ibiza con un ingeniero. Conocen bien el valor de la biomasa: en Mérida se ha abierto una de las plantas más modernas de Europa. La opinión de este amigo no es muy alentadora. En primer lugar hace falta mucha masa forestal. Le explico que en Ibiza sobran –por desgracia– pinos, arbustos, residuos de jardinería... y al final sale el auténtico problema: los empresarios privados se han acostumbrado mal y solo comienzan nuevas aventuras si hay sabrosas subvenciones. La mentalidad de hoy es esta, se busca el subsidio, la subvención, en vez de funcionar con criterios de empresas rentables privadas. Pero el Consell tiene que allanar el camino para las intervenciones en el bosque y liderar los proyectos que valgan emergiendo.
Tenemos que seguir buscando soluciones y deprisa. Entre la crisis y una gestión política demencial, que nos ha dejado endeudados para lustros, nos encontramos los ibicencos, un poco pasmados, y nunca mejor dicho, entre dos fuegos.