Mi padre se quejó toda su vida de dolores reumáticos. «Tenc flatu», solía decir, y le recuerdo que en sus últimos años siempre llevaba un parche rojo en la espalda, «una pisma» que, según creía, le aliviaba.
Yo creo que he estado rodeado toda mi vida de reumáticos (el reuma o reúma no existe, existen las enfermedades reumáticas, dice la doctora Ana Urruticoechea, remendando el clásico «no existen enfermedades, existen enfermos»), y no puedo saber cuánto tienen de genético y cuanto de circunstancial, pero intuyo que cualquier día descubrirán el gen que inicia este deterioro articular y desencadena una autopista hacia la postración y a veces la invalidez.
En Ibiza lo tenemos bien asumido y ciertamente no es una dolencia que afecte sólo a los viejos. Es tan antigua como la Humanidad, como pueden comprobar los forenses y los paleontólogos en los hallazgos arqueológicos. La palabra reuma proviene del griego clásico, que pasó al latín y de ahí al ibicenco (¿por qué tendría que pasar por Cataluña, si aquí teníamos a los romanos instalados en Ibiza?).
Lo que no entiendo es como flato («acumulación molesta de gases en el tubo digestivo, a veces de origen patológico») acabó por definir los difusos dolores reumáticos. En muchos países de América, flato significa melancolía.
Pío Baroja escribió una canción a los artríticos que narra con cierta tendencia al humor negro los peculiares incordios de estos achaques, que se convierten en el mejor amigo del hombre (o de la mujer), porque nunca desaparecen.
A veces no desaparecen ni del mapa: cuando vivía en Valencia leí un reportaje sobre una ciudad o pueblo valenciano al completo que padecía una enfermedad reumática degenerativa. Tal fenómeno llamó la atención de los científicos, estudiaron genéticamente el sustrato y al final descubrieron que eran casi todos ellos colonos procedentes, en el siglo XIV (o XV, no guardé el texto), de la misma ciudad o comarca de Cataluña. Los estudios comparativos de la genética nos darán muchas explicaciones. Es probable que la especialista Urriticoechea conozca el caso o pueda dar con él. Me gustaría recuperarlo.
Somos la flor y nata
de los artríticos,
somos la quinta esencia
de los nefríticos;
tenemos casi siempre
hipertensión
y una vaga hipertrofia
del corazón.
También asumo la primera persona del plural de Pío Baroja: soy uno de ellos.
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Ana Urruticoechea Arana, reumátologa, ha tenido la gentileza de explicarnos algunas alusiones de este articulito, en carta al Diario de Ibiza. Gracias. Un abrazo, querida doctora.
Ana Urruticoechea y Antoni Cuñat presentan el simposio de Artritis Reumatoide. J. A. RIERA
Ana Urruticoechea Arana, reumatóloga Flato y ´Biohtzerre´
Leer el artículo en la edición de Diario de Ibiza del 3 de septiembre de 2011 de don Mariano Planells, «Flato o reuma», me ha llevado a recordar a mi familia, a dos excelentes personas, muy importantes en mi vida, ambos médicos del aparato digestivo: mi abuelo Jose María Urruticoechea y mi padre Pedro Urruticoechea, que falleció hace dos años y me enseñó con su ejemplo a querer la medicina. Mi padre me hablaba del flato y del ´biohtzerre´ (´acidez de estómago´, ´tristeza en el estómago´) muy utilizado en el País Vasco. Curiosamente bihotz es corazón y erre es fuego en vasco. Aquí en Eivissa he oído hablar del ventre caigut.
Popularmente, cuando uno padece un dolor crónico en sus huesos o articulaciones con mucha frecuencia dice «tengo reuma», y además sabe cuándo va a cambiar el tiempo.
El término reumatismo fue introducido por Galeno en el siglo II después de Cristo. Proviene de la palabra rheos que significa ´fluir´, porque en aquellos tiempos se creía que el reumatismo aparecía por un flujo que iba desde el cerebro hacia las articulaciones.
Sin embargo, las enfermedades reumáticas son tan antiguas como el hombre, habiéndose encontrado restos arqueológicos humanos con estigmas óseos de diferentes procesos. La gota ya fue genialmente descrita por Hipócrates en el siglo IV antes de Cristo.
En el flato o el reuma ambos traducen dolor, o al menos molestia en alguna zona de nuestra anatomía, asi como el biohtzerre o el ventre caigut.
En relación al caso al que aludía el señor Planells en su artículo, le comento que se trata de una enfermedad degenerativa neuromuscular, en un pueblo de Valencia llamado Sueca.
Aprovecho para enviarle a don Mariano un fuerte abrazo.