Me reconforta y me alegra ver cómo algunos ibicencos pueden cumplir sus sueños en actividades que por razones obvias no pueden desarrollar en Ibiza. Me dan hasta un poco de envidia.
He leído algunas entrevistas a la investigadora médica Estela Matutes Juan, que ha dedicado años y esfuerzos a la investigación sobre el cáncer. Mi felicitación y mis ánimos.
En otros casos, vemos como algún isleño se abre paso en el competitivo mundo del deporte, a besos o a codazos, pero siempre con enormes sacrificios de orden personal y familiar. En la música, en la danza, en el ballet, etc.
Lo primero que uno constata es la necesidad de irse de Ibiza, la isla que te ha nutrido y te ha pagado los estudios, pero aquí no tenemos el magma demográfico, las especializaciones ni el ambiente. Ibiza es turismo, ruido, drogas, discotecas y solo cinco meses; el resto mejor olvidarlo o enclaustrarse en la música, el deporte y la lectura, cuando no se pueda hacer algún viaje cuanto más lejos mejor.
Esta introducción era para dejar paso a Mariana Ribas Ribas (Diario de Ibiza, 15 agosto 2010), una científica, investigadora nacida en Ibiza en 1982 que cursó Ciencias del Mar, una carrera que siempre recomiendo, pero por lo excitante y completa que la encuentro (hay que tener buenos conocimientos de física, náutica, química, biología, idiomas, etc.) más que por las posibilidades de desarrollar un trabajo en Ibiza.
En la entrevista, Mariana dice que Ibiza es un buen laboratorio, después de haber contado su periplo por todo el globo, analizando muestras en Groenlandia, en China o México. Lo de Mariana son más de 20.000 leguas de viaje marino. Pero Ibiza, no nos engañemos, ofrece pocas posibilidades, como no sean tomar anotaciones de las estaciones de control o realizar algún estudio ocasional por encargo, y ello suele resultar mas rentable contratándolo con algún gabinete de Vigo, Valencia o Barcelona.
Pero los ibicencos, cuando nos preguntan sobre la isla, nos sentimos impelidos y obligados a inventarnos una fantasía para poder decir algo amable. Bueno. Todos sabemos de qué vivimos aquí y haríamos bien en respetar escrupulosamente la calidad de nuestras aguas y de nuestras costas, aunque ya es muy tarde para ponernos ahora en los buenos propósitos.
Porque en Ibiza necesitamos el mar. Hoteles podemos construir aquí o en Soria, los hay en todo el mundo. Nuestra singularidad, por la que nos pagan un cierto dinero dos millones de turistas al año, es la transparencia de nuestras aguas, la facilidad de los accesos a las playas, los buenos precios de nuestra cerveza, nuestra amabilidad y, por la noche, las discotecas.
Duele un poco la codicia de algunos ibicencos que van de salvadores de la patria y siguen intentado rellenar todos los huecos de la isla con sus puertos deportivos y grandes grupos de apartamentos, que de eso se trata. Lo han conseguido todo de Ibiza, la han ordeñado a conciencia. Todavía no tienen bastante.
Este nuevo PP tiene la obligación de oponerse con claridad a esta inercia letal para la riqueza de Ibiza.