A perro flaco todo son pulgas. En espera de una buena temporada turística nos encontramos con algunos hechos que nos dejan sorprendidos.
Uno que ya no se puede ocultar por más tiempo: los chinos han llegado a Ibiza, pero no como en aquella exposición de collages del artista Erro (galería Fred Lanzenberg, en Dalt Vila), sino en nuestros comercios. Así, al tiempo que los ibicencos cierran sus tiendas, los chinos toman el relevo y los empresarios asiáticos poseen ya la mitad del sector de las tiendas multihogar y han hecho cuantiosas inversiones en hostelería y en el ramo de la alimentación.
Dice el Diario: «Los comerciantes pitiusos, preocupados por la expansión oriental». Ya lo creo. Toda la vida bromeando con el peligro amarillo y resulta que los teníamos agazapados en Ibiza, a punto de hacerse con el juego de llaves.
Incluso la patronal Pimeef pide explicaciones, y para cuando nos las den ya perteneceremos a alguna provincia pekinesa.
Así que el refrán se hace carne: ante nuestra debilidad llegan negociantes foráneos a parasitar nuestra economía. ¿O a salvarla? Esperamos que alguien nos explique este extraño fenómeno, porque lo que he leído en Internet no es muy relajante.
Los problemas no siempre llegan de fuera, a menudo son consecuencia de nuestras carencias, ineptitud o derroche.
Un caso flagrante es el funcionamiento de la Justicia en Ibiza, que al cierre de 2010 tenía la friolera de 8.457 asuntos pendientes, un 13% más que el año pasado. Tampoco estaría mal una explicación detallada de esta alarmante situación.
Pero que nadie piense que los juzgados son los únicos afectados por esta parálisis o por este funcionamiento que roza el colapso. También en sanidad se cuecen habas y a perro flaco en tiempos de hambre todo son pulgas y no pequeñas. Casi 4.600 pacientes están en listas de espera en Can Misses para ser atendidos por algún especialista.
Sanidad y juzgados están en tal estado que casi nos disuaden de utilizar sus servicios. Y sin hablar de educación, de la cesta de la compra y el nivel de vida, del precio de los transportes, de la lentitud de construcción y puesta al día de infraestructuras y … buf.
Al menos encuentro alguna buena noticia. Por ejemplo, la decisión final del Govern, que edificará el colegio sobre el yacimiento de Sa Bodega, que al menos será parcialmente museizado. Menos es nada.
Y si no, que se lo digan a Jordi Fernández, director del museo arqueológico. El monográfico de los Molinos ya lleva cerrado unos 15 años, lo cual no es moco de pavo. Maldita humedad... peor es el problema estructural que obliga a grapar el edificio del museo arqueológico de Dalt Vila, porque se está desplomando. Hay décadas en que la arqueología pitiusa no está para nada.
No sabemos el desenlace, pero yo he soñado (¿lo he soñado?) que el museo del Puig des Molins ya no se abrirá nunca más o acabará siendo una discoteca.