miércoles, noviembre 03, 2010

Zafarrancho de combate


El fenicio ha visto esta situación antes y se rasca la cabeza, porque no saldrá nada en claro y lo que estaba oscuro hubiera salido de todos modos más pronto o más tarde. Estamos en disposición de zafarrancho de combate. Eso nadie lo duda, pero ¿combate contra quién?
Ahora ya es de todos contra todos.
El PP no ha necesitado de ningún estratega de alto mando para descubrir que, aventando las contradicciones del Plan Territorial de Ibiza (Formentera queda al margen), conseguirían abatir varias piezas de caza mayor, algunas de carambola.
Por una parte, cultivar el descontento de los pequeños propietarios –sabiendo que eso son el 99,9% en estas islas– afectados por los vacíos, fallos o contradicciones de todo proyecto de tal complejidad, era tanto como atizar las llamas contra los redactores y valedores del Plan. En primer lugar, contra Miquel Ramón, una de sus bestias negras.
Esto derivaría contra los políticos, léase Xico Tarrés, que se presentará ante los electores de Ibiza con un bagaje desolador y además con la isla sumida en una crisis profunda como no se recuerda en los últimos 110 años, a excepción de la década de los años 40, después de la guerra civil.
Alguien habrá con mejor documentación que yo para hacer una relación de los proyectos fallidos de Tarrés, que en definitiva han significado sumas considerables de auténtico derroche. Y siguen los efectos del tiro cruzado. Además del descontento popular, de la dimisión de Ramón y el desgaste insoportable de Tarrés, la propia coalición ecolo-comunista-socialista se va al garete.
Una coalición anti-natura que grosso modo ha fracasado en donde quiera que se haya intentado. No puede decirse que en el Mediterráneo no se hayan inventado extraños amigos de cama y enemigos de campo. Italia es el paradigma de las más estrambóticas combinaciones. Ibiza no quiso ser menos y se inventó una piña o grupúsculo ecologista (¿para gobernar con el PSOE o el PP? Eso es imposible), comunista, nacionalista y socialista (o lo que sea el partido socialista que sestea por estas islas).
Dejemos aparte el futuro del PSOE, de Tarrés y del PP, que esos acaban por apañarse de alguna manera.
Pero no podemos dejar aparte las consecuencias de la retirada del PTI (o del PTE) entre las filas de ExC (Eivissa pel Canvi), coalición que ya viene muy maltrecha por los previsibles enfrentamientos entre los catalanistas de ERC y los comunistas de Izquierda Unida. Podríamos decir que usan métodos demasiado parecidos, evitar el encontronazo es imposible a medio plazo.
Así que, mientras se intenta articular un nuevo partido bajo el férreo control del nacionalismo catalanista (por supuesto esto lo obvian o lo esconden), las hilachas deshechas del Gobierno de Tarrés esperan afrontar las próximas elecciones con ciertas esperanzas.
Ciertas son muy pocas si nos paramos a repasar el estado de la isla. Que cada cual piense en conciencia, sin dejarse influir por los nuevos salvadores de Ibiza.