Al fenicio le gusta el mar, pero adora las tierras interiores de la isla. Por eso ya no entiende por qué se sigue colonizando el interior con tantas casas dispersas. Esto tenía sentido en el siglo XV, pero hoy ya es insostenible.
Tenían un Plan Territorial a punto de aprobarse, pero al final se ha abortado la maniobra. Coitus interruptus del equipo de Tarrés.
El fenicio ve cercano el final, por un exceso de ambición y de codicia: la tierra de Ibiza siempre ha dado sabrosos frutos, y en los últimos 60 años las costas también han regalado muchos arcones de monedas de plata a todos los habitantes de Ibosim.
En las costas hemos lacrado cualquier espacio con una muralla demencial y en gran parte ilegal de hormigón y de ladrillos.
Ahora le va tocando al interior, con la extraña excusa de que hay que construir una casa para cada hijo y otros inventos. Sobrarán casas y no tardaremos mucho en verlo y no me refiero a las cinco mil casas y apartamentos que quedan vacíos en invierno.
Hemos pasado de recolectar los frutos de la tierra a la herida, a la destrucción. La herida de la tierra no es un acto aislado, viene encadenado con otros, como la extracción del agua potable. Hemos roto todas las reglas del fenicio superviviente y nos hemos quedado sin agua. Una tierra con las entrañas de agua salada pierde su aura. Todo es cuestión de tiempo, pero el proceso ya está desencadenado.
Ahora mismo se hace complejo saber a qué atenerse en materia de urbanismo. Solo que cuando los bancos sigan prestando provisiones, las grúas reiniciarán la irracional campaña de agotamiento de recursos y de espacios.
Los miembros de Eivissa pel Canvi están atónitos por la decisión de Tarrés de retirar la tramitación del Plan Territorial de Ibiza. A buen seguro que tendría muchas cosas mejorables susceptibles de modificación, pero la avalancha de quejas ha sido de gran magnitud, probablemente aventada y generada por el Partido Popular, al que le gusta tanto Ibiza que la quiere toda entera para ellos, para construirla y destruirla.
¿Recomenzar la redacción? Entonces se corre el peligro de que el próximo PTI lo redacten los populares y resulte tan expansionista que no lo reconozca ni la tieta de Serrat. El fenicio no sabe, no entiende ni ve salidas. Si no se construyera ni un apartamento más en los próximos 25 años, todavía seguirían sobrando con los que tenemos construidos hoy.
El fenicio se rasca la cabeza. No parece muy feliz ante la perspectiva.
Si hemos amurallado la costas, hemos agotado el agua potable –sustituida por la salada– y ahora vamos encementando el interior, quizás nos llegue el momento en que alguien tenga la ridícula pretensión de ver el paisaje rústico, vegetal, tradicional. Y tendrá que irse a Turquía, a los Balcanes o a las islas griegas. Me gusta terminar con un dato optimista: siempre nos quedarán las discotecas y las pastillitas.