sábado, noviembre 13, 2010

Hay movidas, pero sin dinero


En verano es normal que hiervan la calle, las playas, el día y la noche. El Diario recoge con generosidad de páginas y de tinta de colores el espíritu de esa Ibiza, o sea mucha morralla, famosillos, banalidades y tonterías.
Normalmente el invierno nos sumía en un aletargamiento al modo de nuestras lagartijas y salamanquesas (dragones, les llamamos, un poco exageradamente, por cierto nunca los mates: aparte de traer buena suerte, el dragón come cantidades asombrosas de mosquitos).
Si en verano no ves a nadie conocido porque está en algún almacén cargando sacos o en una oficina encerrado, en invierno no encuentras a nadie porque todo aquel que puede sale pitando de Ibiza.
Me di cuenta a finales de los 90 de que Madrid, París, Londres habían pasado de moda, no solo por las hercúleas subidas de precios. En cambio ganaban puestos y estimación Valencia, Granada, Sevilla, Córdoba, Extremadura... pero el fenómeno ya estaba extendiéndose. Los ibicencos salían en estampida a Tailandia y volvían con unas camisas floreadas muy paletas que nunca se atrevían a ponerse en Ibiza.
Tailandia, Vietnam, India, Bali y otros destinos orientales atraen cada vez a más isleños y a muchos españoles que ganan un poco de dinero en Ibiza y lo multiplican por cien al gastarlo durante el invierno-primavera en Goa o en Pukhet. Ellos sí que saben.
Pero los que nos quedamos aquí nos tenemos que comer un invierno duro, húmedo y con unos precios de atraco. Ya por Navidades, quien más quien menos anda sin un euro en el bolsillo.
El fenómeno se lo hemos contagiado, o eso dicen, a los organismos e instituciones, como Costas, que no tiene fondos para retirar los pecios varados en la bahía de San Antonio Abad o Sant Antoni de Portmany. Costas debiera saber que quien sirve para cobrar ha de servir para pagar.
Lo mismo se les podría aplicar a los políticos. No es bueno generalizar, pero si conocen muchas excepciones ya me avisarán. Qué fácil es gobernar un ayuntamiento, consejo, una generalidad o una diputación cuando el dinero entra a paletadas, fruto de las licencias de obras, tasas, etc.
Es inútil decirlo, pero lo repito o reviento: cuando todo eran vacas gordas se entró a saco con autovías, urbanizaciones, casas, inmuebles en general. Pero apenas se arreglaron los problemas seculares de las islas. Nos quedaremos sin las infraestructuras imprescindibles, avisamos unos pocos entonces. Ni caso.
Resultado: han pasado las vacas gordas, pasarán las flacas y las Pitiusas seguirán con los mismos problemas endémicos.
Es cómico, pero ahora no hay dinero –o eso dicen– para retirar dos barcazas varadas en la arena o en el mar. Tampoco lo hay para pagar los medicamentos a las farmacias. Bien, y los políticos ¿en cuánto han reducido el gasto corriente y sus sueldos? ¿Ahora es el momento de abrir escuelas de teatro?