miércoles, noviembre 17, 2010

La euforia


Mira por donde, por mucho que nos aplaste la crisis, hemos encontrado un resquicio para alimentar nuestra esperanza: crece la euforia entre las previsiones del turismo para la temporada 2011. Bueno.
Los dos grandes emisores de turistas hacia Ibiza desmienten el sonsonete que repiten los socialistas para lavar su prestigio de gestores: «todo el mundo está igual de mal que España». Lo cual es totalmente falso.
Gran Bretaña, Francia y Alemania, mal que bien tienen gobiernos serios que diagnosticaron desde el primer momento la gravedad de su situación y se encomendaron a partidos con capacidad y eficacia gestora. Lo cierto es que los países peor situados ahora en la Unión Europea son Grecia, Portugal y España –los tres socialistas– sin olvidar Irlanda e Italia, los PIGS. Quizás no seamos los cerdos, pero somos los más torpes, los más endeudados y con más paro estructural.
No estarán tan mal los alemanes y los británicos cuando pueden seguir mandando vacacionistas a la ribera mediterránea. Sufrirán, como todos, pero comparativamente están ya en otro mundo, muy por encima de España.
Las previsiones y quizás las reservas han aumentado en toda España. Deduzco que Ibiza está algo mejor durante los meses punta del verano, como siempre. La isla se ha convertido en un antro referente del pastillamen y de las discotecas, aunque por sí mismas no atraerían a ningún turista (como suelo decir, que abran en invierno, a ver cuántos vienen a ver nuestras fabulosas discotecas). Las discotecas, como todos, se aprovechan de que viene la gente para hacer su agosto.
Sin embargo, los alemanes prefieren madrugar y comprar sus vacaciones a comienzos de verano. Hacen bien. Eso los hace más interesantes, al menos para mí y creo que para la isla.
¿Cómo reaccionarán los italianos y los españoles? Regular, imagino que contratarán en el último momento por Internet y solo en el triángulo mágico de las Pitiusas: julio, agosto, septiembre.
Dicho todo esto, me mantengo como los años anteriores: cuidadito con la euforia, que después suelen venir unas resacas de caballo. No solo por los volcanes, huelgas, terrorismo, guerras, sino por la misma mecánica de la economía y del trabajo. La Unión Europea está muy lejos de haber sanado, por el contrario estamos sumergidos en una extraña situación de crisis muy profunda.
Por extraño que parezca a Ibiza (y más a Formentera) nos salva nuestro pequeño tamaño. En una Unión de cuatrocientos de millones de habitantes, no es descabellado captar el millón y medio de turistas, mínimo necesario para flotar y salir adelante. Para nuestra desgracia, se concentrarán en apenas cinco meses, pero esta es nuestra perversa forma de funcionar.
Vendrán jovencísimos, ruidosos, buscando droga y discotecas y gastando menos que nunca, pero todavía nos veremos obligados a dar las gracias. En momentos como estos se demuestra de forma palpable que vivimos del turismo, no del ladrillo.