miércoles, octubre 27, 2010

Danza 'made in ibiza'

Anna dell'Olmo


La danza es uno de los pocos placeres que le quedan al fenicio. La estilizada Sara Baras sublima cualquier historia con unos pasos apasionados pero medidos que yo pienso inspiró el inolvidable Antonio Gades. Pueden verse en Youtube algunos videos donde la gaditana baila la farruca –un baile de antiguos orígenes gallegos– con auténtico furor, con elevación. Espero con ansias que pase este año sabático que se regaló Sara para volver a verla en actuaciones magistrales como la última de Mérida. «Quiero tener un hijo», dijo.

Maria Pagés también levanta el ánimo, con una técnica bien sedimentada en distintos estilos. Tanto se atreve con una música de jazz o un blues como con una bulería. La adoran en el extranjero, como a Sara. Ahora he descubierto a Rocío Molina, una joven sevillana que fusiona (fusión viene de confusión en muchos grupos y autores flamencos) varios estilos y los revoluciona con su cuerpecito chico, vivaz, pero con una técnica acrisolada, como la de María.
Lo que no todo el mundo sabe es que Ibiza ha exportado un gran bailarín de flamenco, aunque con técnica mucho más amplia. Antonio salió de la escuela de María Martín y Paco Torres de San Antonio. Había que escuchar a Paco Torres con qué orgullo hablaba de su Antoñito, a quien formó a medida que iba creciendo. Un orgullo legitimo de quien ha derrochado paciencia, ciencia y arte en la formación de alguien.

La danza, como el deporte de élite o como la música, exige mucho: no todo son focos y oropeles, es más, para muchos jamás llegan si no es en algún coro o agrupación de segunda fila. El amor al trabajo, a este trabajo en concreto, suele compensar de muchos malos ratos, sufrimientos físicos, químicos y anímicos. Por eso me llena de alegría saber que también hay algunos deportistas que llegan a lo más alto, como Mar Sánchez, ahora Irene Colomar y algunos otros.
Volando a Londres me senté al lado de una joven ibicenca, bella, alta y estilizada (lamento no recordar el nombre, que alguien lo aporte en una carta al director, por favor) que estaba triunfando en Londres, bailando como bluebell girl. Habrá otros.

Digo también, porque me ha dado un alegrón Anna Marí Dell'Olmo, bailarina y coreógrafa ibicenca que ha necesitado los 28 años de su vida para sentirse compensada de tantos años de privaciones, ejercicios y esfuerzos. El secreto está en trabajar y estudiar en al dirección correcta, pero también en resistir. No todos pueden: los años van pasando a velocidad de vértigo y hay muchos problemas cotidianos que han de solventarse. Contradicciones, carencias y la misma vida diaria se encargan de rendir a muchos antes de llegar a la meta.

Anna Dell'Olmo es la asistente de coreografía de Roberto G. Alonso, en la obra de reapertura del Molino, en el Paralelo barcelonés. Muchos ibicencos irán a verla en esta histórica sala.
Alegría además por mi amistad con Gerardo Gas, el marido de Sandy Plant, de la escuela Capricorn, donde inició su andadura esta hermosa ibicenca. Seguro que saldrán más ibicencos para el mundo de la danza, a pesar de las dificultades. Hoy este fenicio quería anotar estos recuerdos y reflexiones, como un reconocimiento al sacrifico por el arte o el deporte. Alzo mi copa por la danza y sus oficiantes.