miércoles, agosto 04, 2010

Un luto llama a otro luto


El fenicio anota en su cuaderno púrpura, moteado con contumaces manchas de sudor y algunas de sospechoso color violáceo (el fenicio no conoce el vino blanco, nunca lo recomienda, destroza los nervios, justo lo que le faltaba): «Un luto llama a otro luto», un refrán muy ibicenco que seguramente encontraríamos en la España arcaica. ¿Por qué anotó el cartaginés esta enigmática sentencia? Porque leyendo la prensa los datos aventados con cierta euforia no le cuadran con la realidad que él conoce.
Es como si después de un año y medio de recesión, paro y disgustos, este comienzo de verano haya roto en una estruendosa manifestación de fiesta. Claro, todos tenemos ganas de fiesta, pero ya no me fío, porque sé que cuando nos den otra vez los datos de septiembre volveremos a entrar en recesión. Y porque sé que las ocupaciones hoteleras son muy irregulares donde yo he consultado. Son estupendas en Ibiza y Formentera si las comparamos con las terribles expectativas de mayo y de junio (¿quién se acuerda del volcán islandés?) y también si las comparamos con Menorca y con Mallorca.
El fenicio va leyendo: incluso los hoteles de Ferré, GPS, permanecerán abiertos durante toda la temporada, el mismo Ferré ya anda por ahí libremente (dicen que no se puede ni acercar a sus empresas ni conectarse con los administradores judiciales, dice, dicen), los sindicatos parecen de acuerdo mientras cobren los trabajadores... queda el grueso, el gran engrudo por debajo de la superficie, un problema de calado que todo el mundo rehúye.
Lee el púnico que aumenta la economía sumergida. Calma, todo se arregla, en noviembre no la habrá sumergida ni aérea. Pero es cierto que aumentan las pernoctaciones en casi un 9%, debido sobre todo a las facilidades de los low cost, lo cual demuestra lo acertado del diagnóstico que cifra el secreto del éxito o fracaso de Ibiza en las comunicaciones. Arreglen los precios y los accesos y estamos salvados. No lo hagan y estamos perdidos.
Lo cierto es que la ocupación se recupera durante estos dos meses de verano, al menos de momento y se aproxima a los niveles del 2007. La economía de Ibiza es la que menos ha caído de las Baleares... ¿alguien se acuerda de nuestros crecimientos del 7 y del 8 por ciento?
El mismo aeropuerto que languidecía hace menos de un año hoy bate récords y recibirá casi dos millones –que es el grueso de la temporada– entre julio y agosto. Todas estas variables nos mueven a la algarabía festiva, a un acto voluntarioso de optimismo para tratar de levantar nuestra endeble economía, justo ahora que empezamos a tener autovías, cien mil plazas hoteleras, etc. Esto no quita que nos vayamos mirando de reojo a ver que cara pone el vecino. La gente está avisada, sabe que la economía internacional está en una situación de gran inseguridad financiera y que la española está siendo dirigida por un auténtico botarate inconsciente. Por ello son muchos los que no abandonan su pesimismo (un realismo bien informado). Pero el fenicio apuntó aquello, porque si se lleva el luto más tiempo del debido, puede que haya otro fallecimiento en la familia. Bueno, no hay que crear malos augurios, pero tampoco entregarse a una celebración hueca. La crisis sigue.