Nuestra meta es hinchar julio y agosto para llegar a la meta de un otoño con los deberes hechos, con la recaudación consoladora y con una salud pasable, aunque Ibiza ya está invadida por serpientes, termitas, ratas, gatos asilvestrados y numerosas especies de algas y peces que nos confunden a nuestros raors.
Pero por el camino caerán muchos mitos de Ibiza, como decía nuestro compañero Miguel Ángel González.
Hoy es tierra sagrada para las mafias de la especulación urbanística y un recinto agradecido para los carteristas y rateros, que se suman a la legión de adictos a las drogas y a los peligrosos delincuentes paramilitares (en general de Kosovo y otros países del Este) que han recurrido a métodos más expeditivos y a veces violentos, muy violentos.
En junio ya me contaron varios casos de robos en los vehículos del parking de las Salinas. Y en todas partes, les expliqué a dos hermosas mejicanas desesperadas. Y durante el invierno. A unos turistas les han robado en el supermercado. ¿Qué mejor sitio? Y a muchas más en las discotecas: no todos van colocados sino con la intención de colocarse aprovechando el relajo general y la confusión lumínica y sonora.
Es la Ibiza negra, que también existe.
Sin descuidar a los pobres jovenzuelos ingleses atiborrados de pastillas que despegan en una nube alucinatoria y se lanzan desde un cuarto piso creyendo que pueden volar. Otros, simplemente van saturados de alcohol y aprovechan los tiempos muertos para pegarse. Decía el Diario que uno de cada veinte inglesitos se ve liado en una pelea, una bronca tumultuaria o un follón violento. Yo creo que son más, pero bueno, no está mal.
La sangre no suele llegar al río, aunque muchos acaban en urgencias, a pesar de los esfuerzos de las discos para atender en primeros auxilios a los que se han pasado con las drogas y el alcohol. Nunca hubiera imaginado que Ibiza acabaría así, cuando a comienzos de los 70 la Policía y la Guardia Civil nos perseguían como descosidos pensando que llevábamos una china para uno o tres porritos. Hace mucho tiempo que estoy convencido: esta narcosis general no se arregla con medidas policiales, aunque también se hacen imprescindibles. Y cambio de tema.
Dice la candidata del PP a la alcaldía, Pepita Gutiérrez, que quiere dar un toque femenino a Sant Antoni. No sé yo si el de Lurdes Costa en Vila ha sido muy femenino. Mejor que no hable hoy de los toques de la alcaldesa a nuestra ciudad. En todo caso, como Pepita no ponga faldita a las palmeras... el problema de mi querida villa de Portmany no es de feminismos ni de feminidad.
Una portada del Diario: «Los alumnos pitiusos de ESO son los mejores de Baleares en castellano y los peores en matemáticas». La potencia y la pujanza del castellano es evidente y hay que aprovechar esta cualidad –sin despreciar el ibicenco. Pero esta recurrente torpeza en las matemáticas solo puede ser debida a una frágil formación de los profesores o bien en la materia o bien en la forma de explicarla. Cuando fallan tantos la culpa no es de los alumnos. Esto se debería investigar más en serio.
Todo lo demás son calores y desmayos: agosto nos pesará, pero llegaremos a la meta.
Pero por el camino caerán muchos mitos de Ibiza, como decía nuestro compañero Miguel Ángel González.
Hoy es tierra sagrada para las mafias de la especulación urbanística y un recinto agradecido para los carteristas y rateros, que se suman a la legión de adictos a las drogas y a los peligrosos delincuentes paramilitares (en general de Kosovo y otros países del Este) que han recurrido a métodos más expeditivos y a veces violentos, muy violentos.
En junio ya me contaron varios casos de robos en los vehículos del parking de las Salinas. Y en todas partes, les expliqué a dos hermosas mejicanas desesperadas. Y durante el invierno. A unos turistas les han robado en el supermercado. ¿Qué mejor sitio? Y a muchas más en las discotecas: no todos van colocados sino con la intención de colocarse aprovechando el relajo general y la confusión lumínica y sonora.
Es la Ibiza negra, que también existe.
Sin descuidar a los pobres jovenzuelos ingleses atiborrados de pastillas que despegan en una nube alucinatoria y se lanzan desde un cuarto piso creyendo que pueden volar. Otros, simplemente van saturados de alcohol y aprovechan los tiempos muertos para pegarse. Decía el Diario que uno de cada veinte inglesitos se ve liado en una pelea, una bronca tumultuaria o un follón violento. Yo creo que son más, pero bueno, no está mal.
La sangre no suele llegar al río, aunque muchos acaban en urgencias, a pesar de los esfuerzos de las discos para atender en primeros auxilios a los que se han pasado con las drogas y el alcohol. Nunca hubiera imaginado que Ibiza acabaría así, cuando a comienzos de los 70 la Policía y la Guardia Civil nos perseguían como descosidos pensando que llevábamos una china para uno o tres porritos. Hace mucho tiempo que estoy convencido: esta narcosis general no se arregla con medidas policiales, aunque también se hacen imprescindibles. Y cambio de tema.
Dice la candidata del PP a la alcaldía, Pepita Gutiérrez, que quiere dar un toque femenino a Sant Antoni. No sé yo si el de Lurdes Costa en Vila ha sido muy femenino. Mejor que no hable hoy de los toques de la alcaldesa a nuestra ciudad. En todo caso, como Pepita no ponga faldita a las palmeras... el problema de mi querida villa de Portmany no es de feminismos ni de feminidad.
Una portada del Diario: «Los alumnos pitiusos de ESO son los mejores de Baleares en castellano y los peores en matemáticas». La potencia y la pujanza del castellano es evidente y hay que aprovechar esta cualidad –sin despreciar el ibicenco. Pero esta recurrente torpeza en las matemáticas solo puede ser debida a una frágil formación de los profesores o bien en la materia o bien en la forma de explicarla. Cuando fallan tantos la culpa no es de los alumnos. Esto se debería investigar más en serio.
Todo lo demás son calores y desmayos: agosto nos pesará, pero llegaremos a la meta.