jueves, agosto 19, 2010

La creatividad de Las Dalias

Juanito de las Dalias en la terraza actual. Foto Diario de Ibiza.


Casi rozando la carretera, una terraza se extendía llena de flores, algunos dicen que con predominancia de las dalias, y a la derecha de la casa un aparcamiento donde cabrían quince vehículos aparcados en batería. Esto debía ser bastante antes de 1985.
San Carlos había permanecido exactamente igual y quizás ha sido de los pocos pueblos de Ibiza que no ha modificado la silueta histórica de siempre.
Hablo del bar Las Dalias, ahora ya una institución como Casa Anita y alguna más de Ibiza. El pueblito se mantuvo firme con sus payeses de siempre y con numerosos artesanos y artistas que bajaban al bar a buscar la correspondencia y a tomarse un café con leche, o media docena de hierbas, depende del día y de la hora.
Los hippies ya habían desaparecido de toda la isla y en cambio abundaban en San Carlos. Muchos se habían refugiado de Santa Eulalia, una villa cada vez más volcada al glamour vulgarote y mal entendido del turismo.
Recuerdo Las Dalias del principio como un bar enorme, extenso, con una terraza delante protegida por una muralla de plantas, a menudo floridas con insultante colorido. Y una terraza detrás, casi siempre vacía.
En el bar yo ya conocía a Juanito porque habíamos estudiado en el único colegio interno que existía en Ibiza, el Seminario. Era un colegio de Dalt Vila, poblado de buena gente de toda la isla como Vicent Pins, En Tunicu, en Joan Murtera y otros sacerdotes relativamente jóvenes, que fueron testigos en los alumnos de aquella hornada del cambio grande que sufría Ibiza. Desde allí desapareció el Seminario. Apenas unos años después me pasó con los militares, fui a El Aaiún a rendirme a los marroquíes. Comprendo que los estamentos militar y religioso me miren con resignación aprensiva.
Juanito de Las Dalias entra en este generación de ibicencos que hemos cerrado seminarios, cuarteles, discotecas y otros asuntos sin saber muy bien por qué. A cambio hemos visto nacer muchas cosas nuevas a las que nos hemos enfrentado con cierto desasosiego, pero con valentía. A la larga, si tienes las ideas claras, un poco de información correcta y no te sometes al alcohol y a la droga –eso significa que tienes voluntad y algo dentro del cráneo– acabas por triunfar, y en su caso tiene mucho mérito. En primer lugar gracias a la familia, gracias a Lucía, su hermana que está en todo, y los demás. Pero ha sido precisamente por esto, por esta unión familiar y este valor inicial del que no hay que excluir al patriarca, por lo que Las Dalias se ha convertido en un proyecto que ayuda a mucha gente.
Sin ser una ONG, o quizás precisamente por esto, porque obliga a cada cual a cumplir consigo mismo y con los demás, deben de ser más de 60 o 100 las familias que viven de Las Dalias, entre personal de restauración, bares, cocina, mantenimiento, artesanos, artistas, organizadores, proveedores. Esta magnífica maravilla humana tiene más de medio siglo. El mercadillo tiene 25 años y es un must de Ibiza. Todo empezó con la voluntad y la clarividencia del viejo Joan. Juanito, su hijo, entendió el mensaje y ha conseguido conjugar rigor y seriedad con creatividad, dejando siempre que mucha de su gente aporte sus ideas. Por esto a nadie le extraña que Las Dalias se haya convertido en un centro genuinamente ibicenco que sorprende cada día.