miércoles, julio 28, 2010

Llobet y la persecución religiosa


Mariano Llobet ha cerrado el círculo sobre la guerra civil en las Pitiusas con la publicación de un libro útil y esclarecedor: ´Apuntes sobre la persecución religiosa en la diócesis de Ibiza durante la guerra civil española de 1936 a 1939´.
El abogado y escritor ibicenco ha necesitado tres libros para narrarnos los prolegómenos y el desarrollo de la guerra civil en nuestras apartadas islas. Comenzó por 'Personas y días de la Segunda República', un texto esencial para comprender la mentalidad de la época, los personajes que trajeron y que al final destruyeron a la propia República, y en suma una explicación sucinta de los acontecimientos que precipitaron una explosión de odio y de sangre sin precedentes. Esto lo explica en el segundo tomo de la trilogía, 'La guerra civil en Ibiza y Formentera', un auténtico reto donde el autor confronta un centenar de libros sobre el mismo tema, abarcando todas las ideologías, aunque predomina la versión más izquierdista, según recuento efectuado por el prologuista Bartolomé Escandell.
Y finalmente este opúsculo de 47 páginas, que sirve de colofón estremecedor a la trilogía que narra uno de los peores años de nuestra historia milenaria, el año 1936. Colofón porque cierra esta minuciosa aventura bibliográfica y aldabonazo por lo que pueda tener de llamada de atención a los espíritus sensibles y ecuánimes.
El anticlericalismo no es de hoy ni de los años 30, ni siquiera de la Semana Trágica (Barcelona, 1909) o de la anterior desamortización de Mendizábal. Quien haya leído la 'Historia mágica de España' de Sánchez Dragó, por mencionar un libro de divulgación muy popular al alcance de todos, encontrará abundantes ejemplos desde el comienzo del cristianismo. En todo caso llama la atención cómo se usó la violencia contra los religiosos (monjas, frailes, sacerdotes, seminaristas) y contra el patrimonio de la Iglesia (bibliotecas, edificios, conventos, iglesias, capillas, ermitas, pinturas, estatuas, escultura, joyería) desde los primeros momentos de la República de forma coordinada y en distintos puntos de España, lo cual demuestra –como si hiciera falta– un dirigismo vesánico desde arriba, que no cesó en toda la guerra. Paracuellos es un paradigma del horror, pero también en Cataluña, donde bajo la égida de Lluís Companys se persiguió con saña a clérigos, monjas y se les saqueó los conventos y se les robó todos sus bienes disponibles.
Leía hace dos días en La Vanguardia, con la firma de nuestro querido Josep Massot, el intento de salvar a 200 religiosos maristas (la sede estaba en Francia) mediante el pago de un rescate de 200.000 francos. Tarradellas los cobró, pero igualmente fusilaron a los desdichados maristas.
El horror sucedía al horror. Mariano Llobet escribió esta relación atendiendo una petición del obispado para gestionar ante el Vaticano un expediente que reconociera a nuestros mártires. Nada menos que 21 fueron asesinados en algo más de un mes. Apenas los rojos pisaron tierra en Formentera y ya buscaban curas (como decían ellos despectivamente). Uno se entera de que había en las islas 53 sacerdotes. No todos tuvieron suerte, incluso es Bisbe Frit, el obispo don Antonio Cardona Riera pudo salvarse disfrazándose de payés.
Quedan muchas cosas por contar y espero que una vez cerrada la trilogía doliente, nuestro escritor pueda concentrarse en unas memorias que serían sabrosas.