Por si no fuera suficiente la avalancha de basura en todos los sentidos que toma los veranos mediterráneos, ahora vienen las cadenas de telebasura a multiplicar la imagen y a magnificar las sensaciones, tan brutas como brutales.
Lo de España es de manual: una sociedad ágrafa, semi-analfabeta pero con una cierta intuición y una astucia natural muy peligrosas; un país que grita pero no escucha y por ello tienen tanto éxito las tertulias de la radio, que vienen a ser los corros de la portería o de la plaza de siempre; un país eternamente dañado y lesionado por numerosos gobernantes indignos y ladrones (al menos por derrochadores y malversadores); un país que se siente gratificado revolcándose en la mierda, que simboliza la riqueza, se entrega ciegamente a las loterías, al puterío, o al ala romántica del nacionalismo: un país así se entrega por delante y por detrás a quien controle las televisiones.
En Ibiza todo empezó por los programas chillones de Tele5, bajo la mano grosera del recientemente fallecido Valerio Lazarov, que conocía muy bien España, no tan distinta de su Rumania natal.
Desde el paseo marítimo empezaron a emitir sus musicales y programas de verano. Eran de mal gusto, pero mucho mejores que los de ahora, lo cual da una idea de la continua degeneración de la televisión en España. Y no es un sarampión: la telebasura ha venido para quedarse, aunque uno de sus apóstoles, Jesús Mariñas, diga que la prensa rosa es la única seria. La prensa rosa es otra porquería y no encuentro excepciones.
Y como es mi tema, que para algo me ha de servir la licenciatura en Ciencias de la Información, hace muchos años deduje enseguida que Ibiza acababa de vender su alma al diablo, aunque la hemos vendido varias veces. Pero ya nos han pillado la medida. Y expliqué que Ibiza es un bombón para las cadenas: sin apenas inversión (hacer televisión es muy costoso) tienes un plató ambulante y gratuito, con famosos, freaks, majaras, raros y excéntricos encantados de salir en pantalla, y casi siempre relacionados con el enfermizo exhibicionismo del variopinto universo gay.
La gente tiene miedo o no tiene dinero para meterse en el ajo y no le falta razón, pues hay sitios muy peligrosos. ¿Y qué? Somos un país de chafarderos y nos gusta complacernos en la mirada de aquello que tanto tememos: mendigos, yonkies, prostitución, submundo gay, trileros, barrios bajos… tenía que llegar y ha llegado.
Todas las cadenas ya están rentabilizando Arena Mix, Callejeros, Comando Actualidad, España directo y cosas así. La gente quiere calle, la calle no cobra y las televisiones están dispuestas a ofrecer unos programas de bajo coste que les salen muy rentables. Claro, enfurecen a los políticos y responsables por donde quiera que pasan: Benidorm, Sitges, Lloret, Canarias, Ibiza… ¿Demandarles? No, para nada. Dejadles, que se hiervan en su propio jugo. Y tampoco estoy seguro de que mostrar nuestras miserias no acabe por ser un atractivo para los turistas pendientes y afectos de masoquismo, que suelen ser legión.
Comencé a escribir en prensa en 1972. Aquí incluyo artículos o textos breves publicados en prensa desde diciembre de 2006.