miércoles, agosto 26, 2009

En Formentera no hay pistachos


Cierto, en Formentera no hay pistachos, me refiero al árbol. Si vas a Turquía, pregunta por los pistachos y verás unos árboles abundosos de madera dura y hoja de sombra flexible y tacaña.
¿Es raro esto que digo? Pues la misma sensación me da esta italiana que en el Diario nos evidencia una terrible verdad: en Formentera no hay estancos. Que yo recuerde, se compraba esa droga legal (una de las más nocivas que se conocen) en algunos bares. No sé ahora.
La misma sensación de extrañeza me produjo enterarme a posteriori de que el único pistacho de Ibiza estaba en la terraza de la galería de Ivan Spence, donde más de una vez comí patatas hervidas con col y nada de carne en compañía de Zush y otros invitados que se iban apuntando. Siempre eché de menos unas orejas y un morro de cerdo, casi con la misma intensidad que la italiana buscaba un estanco. Nunca resolví el misterio: ¿quién plantó un pistacho en Dalt Vila?
Es interesante descubrir cómo nos conocen. Conociéndoles nos conocemos de otra forma.
Añade la chica que Formentera es Italia y eso ya es una certeza y un tópico. Hogaño los españoles, que somos tan papanatas como los italianos, hemos quedado prendados de un anuncio de una cerveza y hemos seguido como ratitas que seguían al flautista de Hamelin las rutas prohibidas de la isla.
Así que los españoles han ido mucho a Formentera y esto ha soliviantado a Mariscal y a algunos otros antiguos residentes y veraneantes asiduos.
A mí que no me esperen para cenar, pero Mariscal, Philippe Starck, García Alix, la Poliakov y tantos otros debieran haberlo pensado antes. Yo lo pensé antes y no he vuelto más.
Además la masa que sigue al flautista o al anuncio son desesperantemente selectivos: sólo quieren ir en julio y en agosto. No lo entiendo o sí lo entiendo: si tanto les gusta Formentera ¿por qué no se quedan un mes de otoño o de invierno? Ahí se demostraría esta vocación del aguerrido peninsular que viene a descubrir las islas y a escribir una guía sobre la magia o un libro sobre lugares demoníacos… ¡qué tarde llegáis al botín, botarates! Este filón está más que trillado: jubilado centroeuropeo que se pierde, libro sobre Ibiza que te crío. Claro, salen libros copiados y muy mediocres.
Quizás sea cierta una cosa: todo lo que no sea biografía es plagio, y me temo que muchas biografías también son plagio, porque muchos escritores, como muchos turistas, no saben lo que han vivido o no saben transcribirlo y elevarlo a la categoría de literatura. Es decir, no son escritores. Otros son escritores y no tienen ideas. Van y las copian, caminando o en velero.
Pretender descubrir Ibiza y Formentera a estas alturas y más proviniendo de las resacas de Marbella, sólo indica como mínimo una temible verdad: estamos ante gente superficial que no aporta nada a la película. Pero una cosa está clara: sarna con gusto no pica y si pica que se rasquen.