domingo, enero 13, 2008

Bueno, si es domingo hablemos de tiburones


Yo soy de tierra adentro, nací en una casa de la venda de Rubió en San Miguel. Así pues, del mar tengo pocos recuerdos, a no ser el de un pescador que muy de tarde en tarde vendía caramel (gerret, en ibicenco) con una especie de bicicleta que llevaba un motorcillo.

Me gustó mucho desde la primera vez. El gerret es de los pescados que más me gustan, mucho más que la dulce y empalagosa carne de la tintorera o el cazón, o la raya.

Quizás por ello el gran éxito y la perdición de este noble pez sean sus dientes y sus aletas, y mejor a la inversa.

Los hoteleros de Ibiza (algunos, siempre algunos) decían que no hay medusas en Ibiza, porque las medusas ahuyentan a los turistas. Agua mala la llaman en Cuba y me salvé de milagro al menos dos veces. Y lo mismo en Brasil.

Ahora alguien ha dicho apresuradamente que en Ibiza no hay tiburones.

Claro que hay tiburones, a cientos, quizás a miles. Eso no hay dios que lo sepa. Se intenta conocer la merma real de estos escuelos en nuestras aguas.

No existe en tierra firme ningún animal que inspire tanto pánico (o sea, miedo irracional) como el tiburón. En Ibiza hay al menos veinte clases distintas de tiburón y el peor de todo ellos es el famoso tiburón blanco, sobre el cual se han inspirado las películas más terribles. Una de ellas, Jaws (Mandíbulas) se escribió parcialmente en Ibiza: Howard Sackler.

Howard era un buen buceador y escribía buenos guiones. Ya sabía él que en Ibiza hay aguas adentro jaquetones, que es el nombre que se le da al gran tiburón blanco. Ha existido siempre, baste un argumento de autoridad como el del Archiduque, que en Die Balearen cuenta la existencia habitual de jaquetones en Ibiza.

Hay muchos tiburones, bastantes tintoreras y muchas medusas. Ocultarlo no sirve de nada. Bien es cierto que los que llegan a la playa suelen estar enfermos, casi muertos o muertos del todo. Tranquilos.

Regreso a Mariano Digital


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