domingo, diciembre 02, 2007

Sobre Jesucristo y San Agustín en Ibiza

Una de mis últimas conversaciones con Juan Tur Ramis, acompañada de una cena frugal de verduritas, fue muy divertida.

En realidad, de política hablábamos poco, porque los chismes de la actualidad ya no los sé ni me interesan absolutamente nada. Y si tratábamos la política general del país de España, también agotábamos el tema en pocos minutos.

Por eso nos pasábamos enseguida a los chismes de la historia. Historias sobre la historia. Y como se diera el caso de que hubiera leído algo excitante recientemente, me lo contaba en términos bastante provocadores, precisamente para eso, para provocarme y obligarme de entrar en la conversación.

Pues sí, se dio el caso de que había releído la historia de la iglesia en el siglo V. Nos enredamos con el follón de los Papas, concilios en Cartago (que ya era cristiano, bajo los vándalos) y acabó por soltarme la noticia:

-- Yo creo que San Agustín estuvo en Ibiza.

Es posible, le dije. Ibiza y Cartago han estado siempre muy unidas.

Se ve que aquel día yo estaba en forma, porque le dejé muy impresionado cuando, con toda normalidad, le redije:

-- Además, quinientos años antes de San Agustín, ya había venido Jesucristo a nuestra isla. Precisamente procedente de Cartago.

Lo dejé muy desconcertado. Para que no pensara en una burla inexistente, le desgrané muchos detalles, algunos que ya conocía y otros que había visto en un programa de J.J. Benítez en televisión.

Jesucristo recorrió casi todo el Mediterráneo, consultó bibliotecas, habló con casi todos los eruditos y sabios de su época. Una gran parte de la sabiduría del globo estaba entonces guardada en Cartago.

Naturalmente, su tesis y la mía cuadraban con la exactitud que uno quisiera darles, hablando a toro pasado, dos mil años después. Pero de esta forma, su tesis (San Agustín) y la mía (Jesucristo) se complementaban a la perfección.

De todas formas, como la tesis ibicenca de Cristóbal Colón, nadie es capaz de negarla, porque el autor que la propone tampoco es capaz de demostrarla, o sea de probarla.

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