sábado, mayo 24, 2014

El emborrachador

Habrá opiniones para todos los gustos, pero el ayuntamiento de Calvià (Mallorca) ha decidido legalizar las excursiones de borrachera o dicho en inglés, los pubcrawls, ya saben, estas hileras de ingleses ebrios como una cuba que van de bar en bar, bebiendo y compitiendo para saber quién puede más.
Los promotores pagarán una tasa y deberán declarar sus ganancias, al menos en teoría. Ganancias muy altas y en negro. Su trabajo: emborrachar a sus pupilos cuanto antes y cuanto más mejor.
¿Solucionará el problema esta nueva profesión de Emborrachador Oficial de Calvià o de Ibiza? En general, los mallorquines están tan hartos como los ibicencos, ansiando un turismo más flexible, más educado y más sustancioso. Y de momento se escudan en una salida tan cínica como fatalista: este es el único turismo que compra sus vacaciones aquí. Allí, en Benidorm, en Lloret y en casi toda Ibiza. Y ahora ya también en Formentera.
No es de extrañar que no se respeten ni los islotes como áreas naturales, singulares, que hay que preservar ante todo. El vandalismo no conoce fronteras y es mucho más divertido destrozar un islote virgen que un villorrio que ya está quemado por los mismos turistas que les precedieron.
Vedrà, Conillera, Tagomago, Espalmador y el resto de islotes son sagrados, aunque Espalmador se convierte en un antro y con un trasiego intolerable cada verano.
Ni Ibiza ni Formentera ganamos ya nada con este tipo de turismo. Bastante depreciación obtenemos con la alta densidad de establecimientos que ofrecen el todo incluido.
De manera que la discusión no es si se tienen que legalizar los emborrachadores y hacerles pagar impuestos, tasas y el IVA, sino ¿hasta cuándo las Baleares han de soportar que sus costas se conviertan en el escenario de los lumpen británicos que solo vienen a emborracharse y a mojar?
Está claro que el turismo de multimillonarios es un cuento chino que promueven algunos empresarios, ellos sabrán por qué (y yo también). Pero entre las excentricidades de una minoría de altísimo poder de consumo y las avalanchas y las hordas escocesas que desembarcan como la marabunta, hay un término medio que deberíamos de cultivar.
Ya hace años que se dice esto. Pero mientras las islas se mantengan como una gran discoteca las 24 horas sin parar es lógico que tengamos que dar la placa de sheriff (de emborrachador, perdón) a los promotores y a los guías de los pubcrawls.