sábado, marzo 22, 2014

Los rusos, a salvo en Baleares

A salvo según las previsiones obtenidas en la última feria turística de Moscú, la MITT 2014, en la que por cierto no metieron la pata la Borrego ni Soria, porque ni asistieron. Pero Bauzá anticipó los sondeos: el turismo ruso en Baleares está asegurado en la misma medida de antes. O sea, una miseria en términos cuantitativos.
Hace años que en Palma (la quinta dimensión, la quinta isla, la quinta puñeta inventada por los políticos para poder derrochar) suspiran por el turismo ruso. Y no digamos en Ibiza, locos por los rusos, sean rojos o morados, donde estamos eternamente pendientes de la llegada del mesías, es decir, de que se acaben las obras y las instalaciones portuarias y que los rusos se dignen dirigir sus barcos hacia las Pitiusas. Pero no hay manera.
No vamos mal encaminados. Conocemos los niveles de gasto elevado de estos turistas, 138 euros día, frente a los 96 de un británico. El ruso se hincha a comer y a beber, compra mucho y le gusta ver y consumir sin tregua. Una joya. En Barcelona les ponen alfombra roja y creo que incluso les están vendiendo una parte del club náutico. Lo que quieran, lo que pidan. La prensa libre (la caverna, dicen algunos catalanistas) ya ha publicado que algunos oligarcas rusos están comprando a destajo la Marina Port Vell... pagando en paraísos fiscales. Bueno, la cosa de hoy en día. Y en Ibiza estamos poniendo pasarelas a ninguna parte y esperando que alguien nos dirija los rusos a nuestras calles.
Y ellos quieren. Conocen Ibiza. Piden comprar Ibiza. Pero Mallorca nos ayuda a aligerar el peso quedándoselos para sí, como hace con los alemanes. Ya saben, aquel ´efecto rebose´ que me hace tanta gracia: hasta que los alemanes no rebosen, no los redirigen a Ibiza.
Solo obtuvimos en toda Baleares 133.000 visitantes rusos en 2013, y esto significa un 27% más que en 2012. La progresión es alta, por ello es interesante que nos aseguren que los últimos acontecimientos no afectarán negativamente.
Pero no es cierto, afectarán. Por poco que la UE altere las relaciones bilaterales en represalia por la anexión de Crimea, las empresas españolas de infraestructuras se encontrarán con problemas añadidos a la hora de competir. Al igual que la política de visados. Si no se anula la necesidad de visado, las Baleares verán mermadas las entradas de turistas rusos.
España intenta desde hace años que la UE prescinda de esa exigencia. Incluso ha arbitrado medidas particulares, como la obtención de visado con la adquisición de un inmueble de alto standing, pero esto no basta.
Todo lo cual lleva a pensar que el turismo ruso en Baleares es un fenómeno que todavía no ha eclosionado. Si jugamos bien nuestras cartas tenemos un filón en el turismo ruso.