sábado, marzo 23, 2013

El verano de las víboras



Todas las previsiones conocidas para el próximo verano son magníficas, mientras en toda la Península cae la nieve en abundancia. Mucha nieve en 2013. Y mucha agua. Los augurios parecen felices y todo ello nos llena de esperanza porque nos anticipa un verano lleno de bienes, de crótalos y de tiburones atiborrados de pastillas.
Pero ocurre que el personal ya no comulga con ruedas de molino. Casi dan un poco de pena estos consejeros/consellers que regresan de viaje y nos explican que la isla se llenará de alemanes, que hay muchos rusos que pretenden venir a Ibiza. Caen una vez más en la vieja confusión de identificar Ibiza con las Baleares. Una cosa es Mallorca y otra cosa es Ibiza y este verano servirá una vez más para confirmar lo que ya sabíamos: Mallorca trabaja para sí misma. Incluso se permite el lujo de exportarnos sus folloneros, pues tienen un excedente y no saben digerirlos ni recolocarlos.
«Las islas están sometidas a una fuerte presión del nacionalismo español», dice Cristòfol Soler, un pancatalanista catalanizador que viene a ilustrarnos a los pobres ibicencos y a liberarnos del horrendo yugo español. Pues vaya, gracias Tòfol, pero preferimos que desde Mallorca nos mandéis rusos y alemanes (los españoles somos así de raritos) en vez de catalanistas, que son españoles periféricos inflamados en busca de subvenciones. Y que se creen con derecho a vivir del cuento sólo por el hecho de discrepar de la lógica de la mayoría. Española. ¿Les gustaría a los mallorquines que les mandáramos a los cinco mil empastillados que han de ir a urgencias? Pues eso, que cada cual cuide su cosa: no nos manden sus problemas. Quédense con sus folloneros.
Porque las previsiones serán muy buenas, pero la realidad es muy mala. Estamos en una sociedad donde en noviembre no queda ni un solo empleo que llevarse a los dientes. Las Pitiusas registraron el menor número de empleos desde el 2005. Y esto no puede ser bueno. Y con la estructura social, laboral, con el calendario turístico, esta será la realidad a partir de ahora, por muchos megaproyectos que nos vendan como gran solución. Pura tramoya, cuentos sin sentido. Incluso los comerciantes lo han detectado.
Ha llegado a tal punto de saturación y de polarización que ya nadie disimula: aquí volveremos al canibalismo, donde unos se comerán a los otros y viceversa.
La ultraizquierda levanta su mirada hacia papá Estado, el mismo que ellos han conseguido arruinar y quebrar en los últimos ocho años. Y tan es así, que el Consell parece dispuesto a tirar la toalla: no hay un centavo, las arcas llevan vacías hace mucho tiempo y no se volverán a llenar aporreando cacerolas ni gastando los pocos euros que nos quedan ensuciando sábanas con los carísimos esprays.
La revolución cuesta un dineral y las terminales del Estado (Consell y ayuntamientos) no tienen apenas para pagar el personal. Snif.
Por esto suspiramos tanto por unos miles de rusos y alemanes, pero ¿vendrán o se quedarán en Mallorca? Esto está lleno de víboras.