La travesía del desierto de la izquierda o de las izquierdas (o de lo que sean) de estas islas estaba siendo especialmente cruel. No es que el PP haya venido a borrar las –en general– nefastas medidas sectarias y derrochadoras del PSOE-Pacte, porque el PP de Bauzá prácticamente no ha cumplido casi nada de lo prometido y en el caso de la libre elección de lengua en los colegios es una renuncia chirriante.
A pesar de todo, el sector catalanista más recalcitrante, que pretende expulsar el español de la faz de la tierra, nos ha inundado con una espesa batería de escritos en la prensa, recuperando aquella vieja moda de los 'abajofirmantes', aunque siempre son pocos y los mismos.
Les duele perder un solo milímetro en su campaña de catalanización y expansión imperialista del catalán. Mal que bien, con una simple modificación de la ley de la Función Pública, Bauzá les ha exasperado. No es para tanto. En las Baleares sigue siendo imposible en la práctica que los niños estudien en su idioma, que es el español y lo ha sido siempre. Tenemos dos idiomas propios, pero los catalanistas lo quieren todo (recuerden esto) y en exclusiva para el catalán estandarizado, borrando todo vestigio del ibicenco y del español.
El resto de partidas o de partidos o de sectas o de grupúsculos que conformaron el Pacte no están mucho mejor. Basta ver el PSOE, atascado y a tronchazos, siguiendo la pauta nacional, esto es, en vías de desaparición, despedida y cierre. No es el único, el resto de grupos anda a la desbandada, dividiendo y destruyendo, a la espera de conseguir un pequeño puesto de trabajo en algún rincón. Muchos de ellos no se soportan entre sí, pero cuando han visto la posibilidad de sacar tajada o de asomar la testa, se han apuntado en masa incluso al peregrino homenaje a Mariano Villangómez. Un homenaje que podría haber durado un día o una semana, pero qué va... esto hay que exprimirlo bien: un año entero dedicado a alguien que murió ¡el año 2002!
Pero no hay mal que cien años dure, y héteme aquí que la izquierda pitiusa acaba de recibir un regalo inesperado que, con toda probabilidad, si saben jugar bien sus cartas y conjugar sus ambiciones, les devolverá el gobierno de Ibiza y por supuesto de Baleares.
Nuestro empresario favorito no ha conseguido someter sus impulsos, tan expansionistas como el catalán, y ahora quiere rematar la Platja d´en Bossa, que fuera una de las más hermosa de las Baleares. Todo 'pa mí' (¿recuerdan lo del catalanismo?).
El proyecto presentado es de tales dimensiones que lo convertirán para muchos en una monstruosidad urbanizadora sin precedentes, en torno y en contra de la cual se aglutinarán las izquierdas, o lo que sean. De momento baste recordar que el tajo que dividió la isla en dos mitades le costó el gobierno a Palau. Vicente Serra está temblando.
El megaproyecto que presenta ahora y el Gobierno balear aprobará (con criterios técnicos) es de una envergadura de pesadilla. En vez de culminar y arreglar lo que han destrozado las autovías, aquí llega otra iniciativa marca de la casa, y de forma indirecta, un regalo inesperado para estos voluntariosos chicos progres, los catalanistas o el dilapidador socialismo. Lo que vamos a divertirnos los mirones.