"Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero», resume muy bien nuestra caótica situación de derroche. En España y en Ibiza. La del político es una función honorable e imprescindible; la de los advenedizos necios e ignorantes que tanto abundan, viene sobrando; pues bien, contemos con los políticos cualificados para recordar que cuando se les señala un exceso de gasto suelen responder con la misma frase: «Esto es una minucia, esto es el chocolate del loro». Puede ser cierto. Nuestra réplica: ¿Pero se ha fijado usted en cuántos loros se han ido instalando en la política? ¿Y cuántas cotorras?
Los compañeros de Opinión del Diario ya lo han señalado: no basta con reducir unos decimales: hay que recortar por lo sano donde sobra mucha gente, empresas públicas, ONG y miles de ordeñadores de las ubres de las arcas públicas. Sobran, lamentándolo mucho por ellos. Que den gracias poder haber chupado tanto tiempo. No podemos seguir financiando más ruinas.
No basta con cerrar una cafetería, con despedir a unos cuantos contratados en la base de la pirámide, ni prometiendo una reestructuración de Fecoef (palacio de ferias, imagino). En estos momentos hay que soltar lastre. Mucho. O de lo contrario ocurrirá lo que ya estamos viendo: estamos pagando impuestos para pagar las nóminas hinchadas del personal. Hablo de lo que sea y de donde sea. La consecuencia es palmaria: si todo el dinero va a parar al personal, nos quedamos sin inversiones, que es el único sentido que tiene pagar un organismo público.
No es suficiente esta anunciada reducción de un 5% señalada por Vicente Serra y Alex Minchiotti. Anunciada, pero ¿la ha comprobado alguien? Sólo en el Consell hay 16 políticos, 11 que forman el gobierno propiamente dicho y 9 cargos de confianza. Ya lo han dicho: el presupuesto de 2013 sólo alcanza para mantener la estructura de la institución. Si no hay trabajo ni inversiones ¿qué hacen nueve cargos mano sobre mano o con la mano sobre el sobre? ¿A quien, sobre qué y de qué asesoran con toda su confianzuda preparación? Más de un millón de euros al año. Y en las Pitiusas se van 4,7 millones de euros.
Ocurre lo mismo con el Museo Arqueológico de Arte Contemporáneo (déjenme decirlo así, de esta poética y sagaz forma que descubrió accidentalmente un lector de mi blog). Es decir, una vez pagados los sueldos ¿qué vamos a hacer si no hay fondos para trabajar?
Se impone una pregunta desasosegante ¿No sería mucho mejor cerrar las instituciones, dejando solo las ventanillas de atención urgente, de sanidad y seguridad? Al menos nos ahorraríamos el derroche de teléfonos, luz y gastos fijos. Esto no da más de sí y los políticos que han creado esta saturación de cargos no lo van a recortar: es más fácil recortar en servicios al ciudadano. Con la sangrante crudeza de que tres cuartas partes de las inversiones en la isla vayan destinada a pagar ¡las autovías! O sea, cornudos y apaleados.